Cuando llegó la ambulancia, José Antonio Rodríguez (68) y su amigo Juan Carlos Ferre (65) subieron por sus propios medios, dijeron en la Policía. Eso sí, Rodríguez ya se quejaba de dolores en el pecho. Los amigos necesitaron del auxilio médico, porque cuando enfilaban en bicicleta por Ruta 20 rumbo al Este, algo que hacían habitualmente, fueron sorprendidos por un gran álamo seco que de la nada se desplomó encima de ellos. Y lo que siguió pareció una cosa más sorprendente aún, porque un poco más de dos horas después Rodríguez dejó de existir.
El increíble accidente con el árbol había ocurrido sobre las 18 del martes en el trazado nacional, unos 200 metros al Oeste del cruce con Juan Díaz de Solís, que divide el departamento en que ocurrió el siniestro, Santa Lucía, con 9 de Julio.
La punta de ese árbol fue cortada por bomberos voluntarios de Santa Lucía, mientras los policías de la Seccional 5ta se encargaban de iniciar la investigación de rigor por un posible homicidio culposo contra ese hombre, cuya familia no quiso hacer declaraciones a este diario.
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En teoría, alguien debería responder por la repentina caída de ese árbol seco que está a un costado de la ruta y no en una propiedad privada. En el mismo lugar, hay otros cuatro árboles en las mismas condiciones.
Pero todo indica que serán los propios familiares del fallecido los que decidan si demandan (¿al Estado?) para exigir indemnización por daños y perjuicios.