Un agente del servicio penitenciario fue condenado ayer a 4 años y 6 meses de cárcel por matar con su arma reglamentaria de un tiro en el pecho a una vecina y amiga de su familia, Gisela Bazán (16), la tarde del 4 de octubre de 2010 en la casa de su madre en el Lote Hogar 43, en Chimbas. Los jueces Arturo Velert Frau, Agustín Lanciani y Raúl José Iglesias (Sala I, Cámara Penal) consideraron que Andrés Leoncio Trigo Noriega (37 años, padre de seis chicos) cometió un homicidio culposo, es decir sin tener la intención de dar muerte a esa chica. Si el fallo queda firme, Trigo podría comenzar a salir de prisión dentro de 9 meses.
Con su veredicto, los magistrados desecharon el planteo del fiscal Gustavo Manini quien pidió 13 años de cárcel para Trigo por un homicidio simple (agravado por el uso de un arma de fuego) con dolo eventual. El fiscal consideró que el agente debió representarse que podía matar con la manipulación incorrecta del arma frente a la víctima y que aún así lo hizo, despreocupándose por ese resultado letal.
Para Manini, Trigo y su familia manipularon la escena del crimen a su favor y trataron de desviar la atención del caso con otras versiones, como cuando hablaron de que había sufrido un ataque de epilepsia. Es más, Manini conjeturó que Trigo apuntó y le disparó a la víctima tal vez por hacerle una broma o para demostrarle el funcionamiento del arma. Y argumentó que cabía aplicar el dolo eventual porque el imputado tenía experiencia en el manejo de armamento, porque tuvo prácticas de tiro y porque estaba familiarizado con las armas al tener un padre que fue gendarme.
El querellante, Juan Marcos Zapata, adhirió al planteo fiscal pero pidió 18 años de cárcel y ayer anticipó que pedirá en la Corte de Justicia la revisión del fallo.
Muy distinta fue la posición del defensor José Oscar Torres. En su alegato insistió que lo de su cliente fue un accidente, y hasta criticó al Servicio Penitenciario: ‘No se puede hablar de que Trigo era un experto en armas porque con esa pistola disparó 5 veces. Trigo no ha sido bien preparado, el Servicio Penitenciario larga a la calle gente con armas que no está capacitada’, dijo Torres.
La tarde del crimen Gisela tomaba mate con la madre y un hermano de Trigo en el dormitorio de la mujer. Aquella vez hacía anotaciones en su agenda y era blanco de bromas sobre un supuesto novio que tenía, mientras el penitenciario se preparaba para ir a trabajar. Fue en esos trámites que sacó el arma de un ropero con llave en la habitación donde tomaban mate, cuando le disparó a la jovencita que estaba en la cama, matándola en el acto.

