En las audiencias, Juan Pablo Alé había sostenido su inocencia

 

¿Quién mató brutalmente a Antonio Abale Tapia (67) la madrugada del 5 de mayo de 2017? La pregunta no tiene respuesta y mucho menos ahora que el único acusado, Juan Pablo Alé (28), fue absuelto por el juez Ernesto Kerman de la Sala II, Cámara Penal.

 

Es que más allá de los dichos de Alé, que siempre se dijo inocente, el beneficio de la duda jugó a favor del imputado a pesar que había pruebas que apuntaban a la presunta culpabilidad, como por ejemplo el hallazgo de pertenencias del anciano en casa del joven. Sobre Alé pesaba la carátula de homicidio agravado para asegurarse el robo (criminis causa) que corresponde una pena de perpetua. 

 

El asesinato de Tapia ocurrió alrededor de las 2 de la madrugada del 5 de mayo de 2017. El hombre vivía en el callejón Alamino al Oeste de calle Mendoza, entre 14 y 15, en Pocito. Con el anciano no tuvo piedad su asesino: sufrió múltiples fracturas en su cabeza por una feroz golpiza presuntamente realizada con un hierro, todo en ocasión de robo

 

De acuerdo a los testimonios, el o los delincuentes habrían ido en busca de unos ahorros (más de 128.000 pesos) que había ahorrado pero que se los tenía una hija, por temor a que sea blanco de un robo.

 

¿Por qué sospechaban de Alé?

Alé apareció en el radar de los pesquisas porque en su casa hallaron dos destornilladores robados a Tapia, porque en la casa del jubilado encontraron una huella de zapatilla Rebook igual a las suyas y porque -según la Policía- en una confesión, el propio imputado le dijo a su padre donde había ocultado otro bolso con herramientas que también localizaron.