‘Es el colmo de los colmos’, dice la presidente de la cooperadora del colegio. Quizás exagera, pero su molestia tiene motivo. Sucede que ayer en la madrugada unos ladrones entraron a robar al predio de la escuela Antonino Aberastain, ubicada casi en frente de la Seccional 7ma y de la sede municipal de Pocito. No entraron a las aulas o a las oficinas, sino que el ataque fue contra el kiosco que está en el medio del predio escolar y sustrajeron más de 4.000 pesos en mercadería, denunció su dueña.
Fueron las porteras las que se encontraron ayer, a primera hora de la mañana, con la banderola rota y las ventanas abiertas del kiosco que funciona en el interior de ese establecimiento situado en la esquina de las calles Fray Justo Santa María de Oro y Roberto Vidart, en el corazón mismo del departamento. ‘No es que estamos en la calle, el kiosco está dentro de la escuela y a metros de la Policía. Y lo extraño es que nadie haya visto nada’, comentaba sorprendida Estela Flores, quien hace 4 años tiene la concesión del local comercial.
Supone que el hecho ocurrió de madrugada y que uno de los ladrones trepó por una pared del negocio hasta alcanzar una banderola de vidrio y la rompió. Entró a través de esa abertura, después abrieron la ventana desde adentro. Creen que fueron chicos, dado que eligieron robar mercadería y no otras cosas de valor como la fotocopiadora, la panchera y otros artefactos que había ahí adentro. Es así que se llevaron numerosos paquetes de galletas, golosinas, algunas bebidas y artículos escolares, señaló Flores, quien aseguró que perdió más de 4.000 pesos en productos. Al parecer, entraron y salieron por el costado de la escuela que da a calle Vidart.
‘Me vaciaron casi todas las estanterías. Abrieron hasta las cajas de mercadería que tenía para reponer. Y cuando escaparon para la calle, dejaron tiradas algunas cosas. La Policía vino esta mañana, pero yo sé que no me van a dar ninguna solución porque soy una más de las tantas a las que les roban’, dijo resignada la comerciante. Lo que lamentaba es que debía reparar la banderola, poner rejas para asegurar el negocio y además buscar dinero para comprar mercadería. Patricia Avila, la presidenta de la cooperadora de la escuela, también estaba preocupada: ‘Es el colmo de los colmos. Lo único que pedimos es seguridad para la escuela. No sé, ahora estábamos viendo cómo hacemos para poner más rejas’

