El manual de la avivada criolla hubiera recomendado darle otro destino a esos 1.500 pesos, seguramente uno más egoísta y deshonesto. Pero ayer el agente Antonio Rojas (23 años, dos meses de antigüedad en la fuerza) siguió las instrucciones de su conciencia: apenas encontró la billetera con esa plata, tarjetas de crédito y débito, y otros efectos personales en la vereda Norte de Libertador, entre Mendoza y Entre Ríos, Capital, llamó en el acto a sus compañeros del Comando Urbano, el oficial Valverde y el agente Verón, resuelto a devolver lo que no era suyo. "La plata no es mía, no me pertenece… la tenía que devolver a su dueño y si me pasa otra vez lo vuelvo a hacer", dijo ayer Rojas. Todo pasó a las 18,45.

El dueño de la plata, Gabriel Agustín Zárate Díaz (31 años, jefe de familia, empleado minero) estaba en un gimnasio cuando lo llamó su mamá para avisarle. Y ahí fue como si le volviera el alma al cuerpo: "Ni cuenta me di. Había dejado a mi mujer en el dentista y me fui al gimnasio. La verdad, estoy muy agradecido porque quedan pocas personas así. Si perdía esa plata quedaba bastante en la lona porque era mi sueldo, además me evitó un gran dolor de cabeza", dijo ayer Zárate Díaz.