“Carlitos” le dicen en el barrio. Casado, tres hijos, comerciante, 61 años. Y una vida prácticamente ligada a la dificultad: desde el primer año de su existencia sufre poliomielitis, esa enfermedad contagiosa conocida como parálisis infantil porque es más frecuente en niños, que afecta al sistema nervioso. Generalmente, provoca debilitamiento o atrofia muscular. De todos modos, eso nunca fue impedimento para que Carlos Roberto Cobos continuara haciendo una vida normal. Y lo intenta cada día, muletas mediante o sentado detrás del mostrador de las cobranzas en su negocio, ese que abrió en el Barrio Aramburu, Rivadavia, en 1984. Sin embargo, en ese lugar sufrió algunos de sus peores momentos: tres ataques de delincuentes con armas en busca de su recaudación.

El último caso trascendió ayer pero ocurrió el viernes en la noche, alrededor de las 21.30, con maltrato incluido. A esa hora en el negocio estaban una empleada, dos clientes y un niño. Nada importó para esos dos sujetos que entraron cubriendo sus rostros con camperas y, una vez adentro, se dividieron tareas: uno encañonó a “Carlitos” exigiéndole la recaudación. El otro sujeto fue más agresivo: rápido se puso detrás de él y de un brusco tirón lo separó de la caja registradora. Lo demás fue un trámite: pescó lo que había en la caja (entre 350 y 400 pesos) antes de huir con su cómplice, recordó ayer Carlos Cobos.

“Fue el tercer robo que sufro en los últimos 10 años. Lamentablemente hechos así son el pan nuestro de cada día, la bronca que da es que cada día estamos más presos que los ladrones. Ellos están libres, entran y salen como si nada, parece como si hubiera una confabulación entre ellos, los policías y los jueces”, dijo ayer, indignado.

“Carlitos” recordó ayer que en una ocasión se salvó del cuarto asalto a mano armada porque alguien alcanzó a ver a los ladrones y corrió a avisarle. Cuando llegaron para robarle, se toparon con la puerta cerrada.

A pesar de los peligrosos ataques a punta de arma, ‘Carlitos’ tiene claro que no renunciará a prestar su colaboración en el negocio para poder mantener a su familia y dar trabajo a sus empleados: “Tomaré algunas precauciones pero no voy a dejar de trabajar, eso es seguro”, aseguró.