Aún hoy sufren pesadillas y despiertan sobresaltadas. Aún hoy se aseguran de cerrar bien las puertas con llave antes de irse a dormir. Aún hoy la angustia se les cuela con cada recuerdo y el cuerpo se les retuerce, refriegan sus sudorosas manos, les falta el aire, lloran. El tremendo daño psicológico que le dejó la sufrida vida con ese padre, será un asunto tal vez imposible de superar para esas cuatro hermanas. Porque desde que tuvieron 4 o 5 años, a los golpes con rebenque y el maltrato, debieron sumar las sorpresivas incursiones nocturnas y diurnas de ese hombre que se las arreglaba para quedar a solas con ellas y desahogar sus bajos instintos sexuales con manoseos y otras prácticas que fueron rayanas con el intento de violarlas, hasta que tuvieron entre 10 y 12 años. Salvo una de ellas, que cuando tuvo 11 empezó a ser violada y a fuerza de amenazas y golpes, debió callar hasta que tuvo 15 y empezó a defenderse.
El terrible tormento terminó la noche del 23 de agosto de 2013, cuando tres de ellas se animaron a contarle todo a su mamá y al otro día lo denunciaron, acompañadas ya por una cuarta hermana. Querían justicia. Entonces tenían 36, 28, 23 y 17 años.
Los estudios psicológicos que les practicaron no dejaron lugar a dudas. Y la encuesta vecinal que se encargó en la investigación corroboró la difícil vida que llevaban, pues los vecinos de Chimbas, dijeron de él que maltrataba a su familia, no trabajaba, se emborrachaba y a causa de su opresivo manejo del hogar, su mujer y sus hijos vivían prácticamente aislados, sin contacto con la gente.
La propia madre de las víctimas no dudó en apoyar a sus hijas porque ella fue otra víctima. También declaró que a ella la agredía verbal, psicológica y físicamente, al punto de obligarla a irse a su trabajo como empleada doméstica a eso de las 5 de la mañana, amanecida por la violencia de su marido.
Cuando se defendió, el hombre, ayer cumplió 70 años) negó semejantes atropellos, pero las pruebas lo complicaron y aceptó su autoría en un juicio abreviado. El juez José Atenágoras Vega (Sala II, Cámara Penal) cerró parte de ese dolorosa historia aplicándole 12 años de cárcel.