Tres balas cargó en el tambor de un revólver calibre 38, sin dejar de apuntarle. Tres veces ella suplicó: "sacá esa arma". Pero la noche del 12 de noviembre de 2018, Samuel Isaac Audala Ferreyra (26), ofuscado y celoso porque su pareja intercambiaba mensajes con un amigo, la denigró, la humilló con insultos y le disparó. Entre lágrimas, Yuliana Magalí Neira (26) rememoró aquella fatídica noche en una habitación de la casa de sus padres, ante el juez Daniel Guillén (Sala II, Cámara Penal), el fiscal Daniel Galvani, su abogado, Fernando Chávez, y la defensora María Noriega.
Aquel disparo tuvo consecuencias muy lamentales para la joven, pues le destruyó una sección de la médula espinal a la altura de la décima vértebra dorsal y quedó parapléjica.
Esa misma noche, la joven dijo que su ahora expareja intentó meterle a toda costa la versión de un ataque de asaltantes. Pero como ese relato no prosperó porque una hermana de la víctima vio a Audala con el arma instantes después del disparo. Y porque la Policía secuestró una mochila con ese revólver que, al cotejo pericial, resultó ser el usado para disparar, el acusado intentó desligarse con el argumento de que fue un accidente.
Y ayer insistió, durante el juicio, que había adquirido esa arma por seguridad y que se le disparó, sin tener la intención de dañar a su pareja.
También declaró la madre de la víctima y complicó al acusado por el pésimo trato que le daba a su hija. Hoy declaran más testigos.