De Jorge Carrizo (40) sus familiares no sabían nada desde el 26 de agosto pasado. Por su estilo de vida, casi ermitaño, al principio no les llamó demasiado la atención, pero el paso de los días los puso inquietos y el último miércoles decidieron hacer la denuncia. Fue desde ese momento que se dispararon los mecanismos de búsqueda en una zona de campo en Ullum que los pesquisas delimitaron dentro de unos 60 km2 alrededor del lugar donde había sido visto por última vez. Lo rastrearon por tierra, aire y agua, hasta que ayer por la mañana lo hallaron sin vida, en el interior de un canal.
Fue su propio entorno familiar quien reconoció el cuerpo a las pocas horas que fue extraído y será la autopsia la que revelará cuántos días llevaba ahogado y si hay algún signo de violencia en su cuerpo que, a decir de la médica legista Beatriz Vázquez que vio el cadáver en el lugar, todo indica que se trató de una muerte por ahogamiento +sin otra lesión que permita suponer algún ataque externo+.
En rigor, cerca de las las 7:30 de ayer, personal especializado procedió al rastrillaje del canal que desemboca en la Central Hidroeléctrica AES -La Olla, Ullum-, la que se encuentra a unos 5 kilómetros en línea recta al puesto de donde el fallecido habría partido a pie. Dicha tarea comenzó por la "zona dura", sin resultado alguno, procediendo luego al corte del suministro de agua, para hacer lo propio con los cauces acuíferos respectivos. Finalmente, el cuerpo apareció en uno de esos canales, a unos 5 o 6 metros de profundidad. Presentaba maceración híbrida con predominio de palmas y plantas, con equimosis y excoriaciones en párpado derecho, rodilla y pierna derecha y cara anterior de pierna izquierda, precisaron. "Es compatible con muerte por asfixia por sumersión", explicaron las fuentes.
La familia de Carrizo mantuvo la esperanza hasta último momento por la experiencia que el hombre tenía en el campo, pensado que pudo haberse perdido o sufrido un accidente menor que no le permitiera moverse. Del operativo participaron varias unidades de la Policía de San Juan, como la División Canes, el GERAS, Bomberos, todo coordinado por la Secretaría de Seguridad, y al frente de la investigación el fiscal Adrián Riveros, de la UFI Delitos Especiales.