En la audiencia de este jueves, en la que Fiscalía imputó a José Luis Salinas (46) y a Rubén Darío Pereira (40) por el homicidio agravado (criminis causa) de Ramón Eduardo Molina (85), los funcionarios brindaron un detallado relato del antes, el durante y el después del violento asesinato del jubilado de Santa Lucía.
Cabe destacar que Salinas y Pereira eran empleados del taller metalúrgico que funciona en el mismo predio donde está ubicada la casa que era de Molina. El anciano alquilaba esa propiedad y los conocía.
Según el MPF, está acreditado que el pasado sábado 11, Molina llegó a eso de las 15 a su casa, situada al 6.200 Este de la Ruta 20, en La Legua, Santa Lucía. Dejó su auto Renault Megane en la vereda y se disponía a dormir siesta, pero instantes después de arribar irrumpió José Luis Salinas en busca de dinero, precisamente de una suma que sabía que la víctima tenía.
Es que el día anterior, viernes 10, supuestamente había presenciado cuando a Molina le pagaron los $130.000 por el alquiler de ese local en el que trabajaba. El pago fue hecho en el mismo taller por su empleador, Miguel Martínez, y en ese momento también se encontraba Rubén Darío Pereira, el otro empleado detenido por el crimen.
Para los investigadores los dos irrumpieron ese sábado en la casa del anciano luego de saltar la pared delantera. En teoría Pereira se quedó en la puerta haciendo de campana, meintras que Salinas violentó la cerradura y entró. En ese instante se topó con Molina, quien ofreció resistencia. Los pesquisas aseguraron que el homicida, tras algunos forcejeos, lo atacó a golpes con extrema violencia, al punto que lo tiró al piso y siguió dándole trompadas y patadas.
El sujeto consiguió apropiarse de los $130.000. Lo que no pudo hacer fue entrar a una habitación donde la víctima tenía una caja fuerte, debido a que Molina, al percatarse de que se trataba de un asalto, pudo arrojar las llaves de la puerta de esa pieza abajo de una cama.
Además de la plata del alquiler, Salinas sustrajo el celular y la tarjeta de débito del anciano. También una amoladora y una soldadora portátil que cargó en el baúl del Megane de Molina, en el que escapó. Fiscalía no aclaró si Pereira salió de la casa junto a él. Lo que se sabe es que las cámaras de seguridad captaron a Salinas andando en el auto, solo, con unos guantes amarillos colocados en sus manos.
Los $130.000 sustraídos aún no aparecen
El vehículo fue abandonado en inmediaciones del Parque Industrial de Chimbas, pero antes Salinas anduvo por la zona del Barrio Los Alerces, donde le vendió a un muchacho el celular marca Motorola del anciano y la rueda de auxilio del auto. El comprador supuestamente le preguntó si eran efectos robados y él le dijo que no. Llegaron a un acuerdo para saldar una deuda de $8.000.
Eso fue durante la tarde de ese mismo sábado, día en el que también hizo compras con la tarjeta de débito de la víctima en algunos mercados cercanos a su domicilio del Barrio La Estancia, en Chimbas. Por ejemplo, hizo una compra por $2.900, operación por la que a un nieto de Molina le llegó una notificación ya que él le manejaba el home banking.
Según los voceros, Salinas y Pereira conocían a Molina. De hecho el primero de ellos le hacía algunas changas, como unas rejas que la víctima le había encargado para entregar.
El día lunes ninguno de los dos sospechosos se presentó a trabajar. Esa mañana fue hallado el cuerpo
El crimen fue descubierto el lunes 13. Fue por la mañana, cuando un hijo del fallecido, de nombre Daniel, fue al domicilio como acostumbraba a hacerlo para dejar su bicicleta, cambiarse e irse a su trabajo. Esta vez le llamó la atención que afuera había una máquina cortadora sensitiva, herramienta que al parecer los atacantes no pudieron llevarse, que faltaba la soldadora y que la cerradura estaba forzada.
Al entrar, vio a su padre en el piso y empezó a pedir auxilio. Sus gritos fueron escuchados por uno de los dueños del taller metalúrgico, quien llamó al 911.
Los peritos encontraron la dentadura del anciano a unos metros del cuerpo, mientras que a un costado de su cabeza había un diente natural, lo que da cuenta de la violencia del ataque. La autopsia confirmó que la muerte fue por los golpes en la cabeza.
Por otro lado, para los pesquisas está acreditado que el día sábado, cuando supuestamente tuvo lugar el crimen, Salinas estuvo tomando unas cervezas en un kiosco adyacente a la propiedad de la víctima, algo extraño pues el taller cierra los fines de semana. La mujer del kiosco declaró que a eso de las 13, el sujeto se tomó dos cervezas que le pidió fiadas y luego se marchó.
Todas las pruebas ventiladas por Fiscalía complican principalmente a Salinas, a quien el juez Alberto Caballero le dictó 8 meses de prisión preventiva en el Penal de Chimbas. En tanto, a Pereira le ordenó cumplir detención domiciliaria por 60 días. En ese plazo el MPF debe recolectar más pruebas, que serán clave para determinar su grado de participación en el hecho.
LA DECLARACIÓN DE PEREIRA
Declaró Rubén Darío Pereira, uno de los acusados por el crimen del jubilado de Santa Lucía.
Publicada por Diario de Cuyo en Jueves, 16 de marzo de 2023