Analía Hierresuela no salió cuando escuchó ladrar empecinadamente a los perros en el fondo de la propiedad familiar, justo en dirección a una casa situada a unos 50 metros que ahora está deshabitada. La decisión de la mujer fue quedarse junto a su madre y el resto de la familia, porque ya suponía de qué se trataba: un robo, algo usual porque esa vivienda en este año fue blanco -dijo- de al menos 10 ataques, incluso uno muy dañino que obligó a la familia de una hermana suya a mudarse porque la dejaron prácticamente sin nada. Las sospechas de Analía se confirmaron instantes después, pero con un agregado: cuando asomó a ver, las llamas brotaban por el techo de parte de esa construcción, la que en mejor estado está con dos habitaciones que pensaban alquilar. Minutos después los bomberos del cuartel central llegaron y evitaron que el siniestro se propagara a otros tres ambientes de la casa.
Todo pasó alrededor de las 20,40 del martes en una construcción situada en los fondos de Mendoza al 1713, casi dos cuadras al Norte del cruce con Rodríguez, en Chimbas.
El primer análisis del escenario del siniestro a cargo de los pesquisas policiales, ratificaron luego el convencimiento de la mujer porque la construcción no tenía electricidad (habían cortado el flujo) y porque era evidente que habían derribado los ladrillos que cubrían por completo una puerta y una ventana, colocados así justamente para evitar que se metieran a robar.
Analía suponía ayer que esta vez se robaron una azada, una pala, una horqueta y algunas otras herramientas que guardaba en el lugar. Las llamas destruyeron el resto: una heladera a la que sólo le faltaba gas para funcionar, una plancha, una bicicleta, una mesa, sillas, un arado, sin contar el daño provocado en la construcción, principalmente el techo de la vivienda.
“Cuando ladraron los perros ya sabía que era un robo porque en este año nos robaron como 10 veces, sin mentirle. Por eso no quise salir, pero vi que se estaba quemando todo y tuve que avisar a la Policía. Ya no sabemos qué hacer, porque ahí vivía mi hermana con su familia pero un día que ella no estaba por sus estudios y tampoco el marido por su trabajo, se metieron, les robaron todo y se tuvieron que ir a Rawson. Y a mi también me robaron un montón de cosas”, dijo Analía.

