"No me importa si voy o no preso. Sólo quiero que me disculpen porque es algo que no quise hacer". Kevin Elías Vega (19) se puso de pie y pronunció estas palabras, las últimas en el juicio, ante un puñado de cinco mujeres ubicadas detrás suyo. Eran familiares del Rodolfo Oscar Sosa, un jornalero de 42 años al que Vega chocó y mató el 17 de diciembre pasado en Pocito, para luego fugarse. El joven habló conmovido, entre lágrimas, y también con el rostro empapado lo escucharon esas mujeres, sin decirle nada, aunque una de ellas, María, instantes antes había reclamado que vaya preso, porque su hermano era un trabajador de tiempo completo para poder mantener a sus cinco hijos de entre 2 y 11 años, y no merecía morir así. La madrugada en que lo chocaron, sobre las 6 de la mañana, Sosa circulaba hacia el Norte en bicicleta por Avenida Joaquín Uñac (conocida como Mendoza) en inmediaciones del cruce con Calle 13, en Pocito.
Iba a trabajar, a arreglarle el jardín a un panadero. Vega, en cambio, transitaba en el mismo sentido con su novia en un Fiat Uno, ebrio (tenía 0,86 gramos de alcohol por litro de sangre) y un examen posterior en su orina reveló que también iba drogado, porque tenía restos de cocaína.
Después del choque, el joven huyó del lugar, abandonó el auto en un callejón y enfiló hacia su casa con su novia luego de sacarle las patentes al vehículo y ocultarlas en una mochila.
Esta "actitud evasiva" y el cúmulo de pericias, como las toxicológicas, complicaron al joven pocitano. Y fueron parte saliente en los argumentos del fiscal Renato Roca y el ayudante fiscal Ignacio Domínguez (UFI de Delitos Especiales) a la hora de pedirle al juez, Eugenio Barbera, que condenara a Vega a 4 años y 6 meses de prisión efectiva y 9 años de inhabilitación para conducir, por homicidio culposo agravado. El abogado de la Parte Querellante, Horacio Merino, pidió 5 años de castigo e igual tiempo de inhabilitación que Fiscalía.
Fernando Bonomo, defensor de Vega, insistió en que debía recibir 3 años de prisión condicional. Dijo que la cárcel, muchas veces, no consigue el fin de rehabilitar a los condenados y puede agravar su situación, hecho que no se daría si su confeso cliente mantuviera la libertad y se comprometiera a cumplir reglas de conducta, "porque siempre se mostró respetuoso de la ley penal", argumentó.
Al final, el juez entendió que le asistía razón a Fiscalía y a la Parte Querellante. Y a pesar de valorar el arrepentimiento del joven, consideró que se produjo luego del hecho, al que buscó eludir, y acorralado por la contundente evidencia en su contra. Por eso lo condenó a 3 años y 4 meses de prisión efectiva y, tal como pidieron los acusadores, ordenó meterlo preso otra vez de manera preventiva hasta que quede firme el fallo. Bonomo, anticipó que pedirá la revisión de la sentencia.