Las cámaras fueron claves para esclarecer el caso y atenuar la culpa de dos agentes policiales afectados a la función de calaboceros en la seccional 7ma aquel 6 de febrero pasado, que quedará marcado como un día negro en sus carreras: las imágenes mostraron cómo en la mayoría de las veces que sacaron a los conflictivos presos de un calabozo hacia el baño, siempre forcejearon para poder reingresarlos tras las rejas. También revelaron que en una de esas ocasiones, en un forcejeo, uno de los sospechosos le sacó a uno de los policías la llave del candado que aseguraba la puerta. A las 13,07 de aquel lunes, los agentes cometerían un segundo descuido, ya que a pesar de ser dos, ninguno estaba cuando uno de los presos sacó la mano a través de las rejas, destrabó el candado con la llave y se fugó con otros dos cómplices, como si nada. Instantes después, uno de los dos sujetos que prefirieron no escapar del calabozo N° 1, cerró otra vez el candado y arrojó la llave cerca de un escritorio.
En principio, el equipo de investigación dirigido por el fiscal coordinador, Adrián Riveros, y el ayudante fiscal, Sebastián Gómez, sospechó que esos dos agentes, Facundo Exequiel Ortiz (23) y Maximiliano Leonel Bustos (27), pudieron tener alguna complicidad intencional en el escape. Pero luego de investigar a fondo (eso implicó revisar sus teléfonos y analizar las imágenes de las cámaras de la propia seccional), descubrieron que sólo habían actuado con negligencia.
Con cinco meses de antigüedad en la Fuerza, Ortiz era el calabocero de la 7ma. Y aquel lunes, Bustos fue afectado como refuerzo para ayudarlo, pues a esos calabozos habían ido a parar tres de los 15 presos que, el día previo, se habían amotinado en la seccional 6ta, donde quemaron frazadas y colchones e hirieron a un policía.
Así, la fuga de dos de los sujetos derivados de la seccional 6ta, Facundo Ceferino Vega Arroyo (21) y Darío Ezequiel Tapias (25), y la de Walter Ismael Romero (21, ya estaba detenido en la 7ma) fue la combinación del ingenio de los detenidos y el descuido de los policías.
Ayer, ambos agentes reconocieron que, por negligencia, dejaron escapar a esos tres presos (todos recapturados enseguida) y en un juicio abreviado pactado con Fiscalía a través de su defensor, Marcial Barrionuevo, aceptaron cumplir con la única pena prevista para el delito favorecimiento culposo (sin intención) de la evasión: una multa de $15.000 cada uno. El juez de Garantías, Javier Figuerola, homologó el acuerdo y condenó a los agentes a pagar esa multa hasta el 10 de julio próximo. Ambos policías enfrentan además una investigación interna en la Fuerza.