Complicado. El sacerdote Walter Bustos junto al exarzobispo Alfonso Delgado. El párroco se entregó anoche en la Policía y enfrentará detenido una investigación por el presunto abuso sexual contra su sobrino.

 

Tenso, angustiado. Esos indicadores no verbales se sumaron al relato "altamente verosímil" que el menor de 14 años realizó en la tarde en el ANIVI. Y no era para menos: ayer en la tarde reveló con detalles ante psicólogos y autoridades judiciales, los sucesivos episodios de abuso sexual que, sin llegar a la violación, atravesó entre los 9 y los 13 años a manos del sacerdote Walter Bustos (tío y también padrino suyo). Y para el fiscal Daniel Galvani la consecuencia no podía ser otra: en el acto le pidió al juez subrogante en el Segundo Juzgado de Instrucción, Ricardo Grossi, que ordene la detención del religioso. El magistrado así lo hizo, pero no hizo falta la fuerza policial, pues el religioso se entregó anoche en la Central de Policía, dijeron fuentes judiciales.

 

Al cura le imputarían abusos sexuales gravemente ultrajantes agravados por la guarda

El escandaloso caso que involucra al hasta hace días sacerdote de Angaco, había estallado el último miércoles, cuando el padre del niño (está separado de la madre) denunció en el ANIVI que su hijo pudo ser víctima de abusos sexuales por parte de su excuñado. Y agregó que esa situación le había generado problemas porque en el entorno de su exesposa se resistían a creer semejante situación.

Al conocer la denuncia, el Arzobispado separó de toda función pastoral al párroco y, a la vez, ordenaron una investigación interna para saber también qué futuro tendrá en la Iglesia Católica.

Por ahora su situación ante la ley penal está complicada. Si bien el informe del médico no reveló la existencia de lesiones, la entrevista con los psicólogos se convirtió en una prueba de mucho peso, tanto que un fiscal y un juez evaluaron que cabía meter preso al párroco.

Esa decisión se tomó por la posible imputación contra Bustos que, a priori, podría calificarse como abuso sexual gravemente ultrajante por su duración en el tiempo, agravado también por la condición de guardador del sospechoso, o sea porque todo pasó cuando el chico estaba a su cuidado.