Ayer nuevamente Anabela Recabarren (segunda de izquierda a derecha) llegó hasta el edificio de Flagrancia para pedir justicia por su hija. La acompañaron grupos feministas.

 

Primero lloró de impotencia, luego se desvaneció y, cuando logró reponerse, largó toda su bronca. “No estoy conforme. Volvieron a matar a Talía y se volvieron a cag… de risa de la familia y del dolor mío. Estoy destrozada, tengo el corazón hecho mier…. No creo más en la Justicia, hoy me demostraron que la vida de Talía no vale nada”, dijo ante la prensa una enfurecida Anabela Recabarren. 

Las duras palabras de la mujer tienen que ver con la, según ella, “leve” condena que recibió Ángel Morales (19), el asesino de su hija y expareja de ella, Talía Recabarren (17). El juez de Menores Jorge Toro lo castigó ayer a 10 años de prisión por el delito de homicidio doblemente agravado, por el vínculo y femicidio. Además, revocó el estado de libertad que le permitió llegar libre al juicio y lo mandó al Penal de Chimbas, precisaron fuentes judiciales.

Talía Recabarren fue asesinada por su expareja. La asfixió hasta matarla.

La pena dejó también un sabor amargo para el fiscal Adolfo Díaz, quien había solicitado que se lo condenara a 25 años. “Si bien no es lo que habíamos pedido, me quedo con que la Justicia encontró culpable a Morales”, dijo.

Morales hoy es mayor pero cuando mató era menor. Y por eso el juez aplicó una de las alternativas para castigar a menores: aplicar la escala penal para el delito en grado de tentativa.

 

Ángel Morales fue condenado a 10 años de prisión efectiva.

En la otra vereda, la defensora oficial de Morales, Mariela López, había pedido la absolución de su defendido, argumentando que no se comprobó con certeza que él fuera el asesino de Talía.
Sin embargo, varias pruebas en su contra, como el testimonio de testigos, mensajes y las pericias telefónicas. Y sobre todo la propia confesión del acusado, quien durante la investigación admitió que mató a la joven pero intentó desligarse al atribuir la asfixia a un presunto juego sexual que consistía en taparse las vías respiratorias durante unos 20 segundos para incrementar el placer durante la relación.

El cadáver de la chica fue hallado el 23 de junio de 2016, seis días después de haber desaparecido de su domicilio, en Zonda. Estaba a 40 metros del ingreso a la finca Las Moras, en el kilómetro 26 de la ruta 12, al lado de un olivo y sin su celular. La autopsia luego reveló que el homicida la asfixió tapándole la boca y la nariz hasta matarla. En ese momento la pareja llevaba unos 9 meses separada, pero desde la familia de Talía habían dicho que Morales nunca paró de hostigarla.

Desde que Morales quedó como el único acusado en el homicidio y hasta poco antes de la sentencia, la madre de Talía denunció en reiteradas ocasiones que fue víctima de amenazas que venían de la familia o el entorno del joven homicida. “Voy a seguir peleando, lo voy a hacer. Seguiré peleando hasta que Dios me llame”, expresó ayer Anabela. El fallo no está firme y fiscalía adelantó que reclamará ante la Corte.