Denis Fredi Olivares (26 años, hijo de un expolicía) sumó ayer una cuarta condena a su historial delictivo. Pesaban en su contra castigos menores por tentativa de robo, hurto simple y lesiones. Pero ayer el juez Eugenio Barbera (Sala III, Cámara Penal) le aplicó la pena máxima, perpetua, la misma que había pedido el fiscal Daniel Galvani por dos delitos más graves: robar a punta de arma y en complicidad con un menor, una billetera a un joven la tarde del 11 de noviembre de 2009 en Lateral de Circunvalación al Oeste de Salta, en Capital. Y un delito muchísimo peor: haber matado a un changarín con problemas de alcoholismo, Ramón López (42) en los primeros minutos del 6 de septiembre de 2015 en República del Líbano al 4029 Oeste, en Rawson, para poder robar los instrumentos musicales y equipos de sonido del ahijado de la víctima, que a su vez es hijo del dueño de casa donde a López le permitían quedarse.
El fiscal había entendido que Olivares cometió un homicidio agravado por alevosía (atacar a un indefenso) y criminis causa, es decir por matar para asegurarse la impunidad en el robo. Pero el juez entendió que sólo se había probado este último agravante.
Para el fiscal, los hechos habían ocurrido, básicamente como los confesó el propio Olivares cuando lo atraparon. Aquella vez relató que bebió con López en un kiosco y luego en la casa de la víctima, que allí vio los equipos y se le ocurrió robar. Que López le buscó pelea y lo golpeó, pero que él lo derribó a trompadas, lo pateó en el piso y allí lo ató de pies y manos y lo amordazó. También había dicho que pensó que estaba ‘desmayado’ porque no se movía.
Pero ayer cambió su versión. Dijo que primero lo golpeó con el palo y en defensa propia, que lo maniató y lo amordazó porque lo seguía insultando. Y que cuando se fue quedó ‘moviéndose’. Por eso su defensor Leonardo Villalba (que solicitó sin éxito anular la otra causa por robo) pidió 15 años de pena por homicidio en ocasión de robo. El fallo no está firme.