El asesinato de Maximiliano Chirino, el niño de 14 años que el domingo en la madrugada recibió dos cuchillazos mortales en el cuello al ser agredido por un joven de 17 años en una pelea en el Bº Tránsito de Oro, Chimbas, sigue trayendo coletazos. La misma noche del crimen, familiares y vecinos de la víctima llegaron hasta la casa del presunto asesino, la saquearon y la incendiaron. La vivienda quedó echa un desastre y como si el mensaje no hubiera quedado claro contra sus moradores, durante la tarde del domingo la gente regresó al inmueble y le sacaron las puertas y ventanas, dejándola inhabitable.
Este tipo de ataques por parte de la gente en forma de represalias contra los acusados, no son nuevos. En los últimos 3 años se han repetido en 3 asesinatos y un presunto abuso, todos en Chimbas. En marzo pasado, en Villa Unión, destruyeron la casa del joven de 17 años que está acusado de matar a tiros a Walter Tobal (35). En 2011, hubo 3 hechos: el 13 de abril, Pablo González (15) se electrocutó en una finca pegada a la casa que habitaba en el Bº San Francisco y los vecinos y parientes de la víctima apedrearon e intentaron quemar el predio. El 3 de mayo, Kevin Bórquez (9) murió de un tiro en la cabeza en una pelea entre familias en el Bº Villa Paula y sus allegados incendiaron dos casas. Y el 1 de agosto, en el Bº René Favaloro, el presunto abuso de una menor terminó con la casa del supuesto abusador, toda destruida.
‘En estos casos juegan factores como la venganza, la justicia por mano propia de los familiares. Pero la mayoría van a robar y algunos, para hacer daño. En la mayoría de estos ataques actúan menores y también saben que la Policía no actúa o lleva detenidos para no generar más violencia’, dijo un jefe policial.

