Isabel intenta contener el llanto, pero las lágrimas se le cuelan implacables, y se le mezclan con un lamento apenas audible. Está sentada en la tercera fila de la sala de juicio Isabel, y llora cuando el fiscal describe el violento ataque a golpes y puntazos que un grupo de jóvenes propinó a su único hijo, Rodrigo (16), hasta matarlo, la madrugada del 5 de diciembre de 2009 en Caseros y Colombia, en Concepción, Capital. A poco más de un metro, los cinco acusados de participar en ese crimen brutal (consecuencia de rencores entre grupos rivales) también escuchan, pero apenas reaccionan.
‘Debería haber pedido como 20 años el fiscal. Yo a mi hijo no lo voy a tener nunca más’, se queja Isabel Segovia, después de saber el pedido del fiscal José Eduardo Mallea: 11 años de cárcel por homicidio simple para los únicos dos detenidos del caso, Darío Gómez (24) y Juan José Aballay. Y 9 años para los tres menores implicados (todos libres) previo a que la Sala III de la Cámara Penal los declare penalmente responsables y derive la causa al juez de menores para que falle por condena o absolución.
Reclusión perpetua para los cinco acusados fue el pedido de los abogados de Isabel, Fernando Aguirre y Benjamín Spatzer, para quienes el juicio probó que contra Rodrigo se cometió un homicidio agravado, porque quedó indefenso en medio de los rivales que impidieron la ayuda de sus amigos, y porque sus atacantes planearon matarlo al buscar armas para enfrentarse con el grupo de Rodrigo.
Para Leonardo Villalba, defensor de Aballay, Gómez y un hermano menor (un tercer hermano se declaró autor del homicidio pero es inimputable), hubo un homicidio simple pero pidió el mínimo de la pena para Gómez y Aballay (8 años), y la absolución para el otro Gómez porque asegura que no participó. Federico Rodríguez, defensor de otros dos menores de apellido Vedia, compartió la calificación fiscal pero pidió que se tenga en cuenta el tratamiento tutelar que cumplen sus clientes.
Hoy, los jueces Ricardo A. Conte Grand, Eugenio Barbera y Héctor Fili, darán a conocer su veredicto.

