A casa. Luego de pasar casi 2 años preso, Ricardo Manuel Calvo (35) pudo volver a su casa, porque el juez dudó que hubiera sido el asaltante del millón.

 

El 9 de diciembre de 2017, apenas comenzó la investigación por el robo a mano armada de 1.029.144 pesos y aparatos en la distribuidora "Gino S.R.L.", en Concepción, Capital, los tres empleados que habían sido atacados dijeron que no podían reconocer al asaltante y apenas se limitaron a enumerar algunos rasgos de su aspecto, desde entonces contradictorios pues uno de ellos lo describió de tez blanca, otro de tez morena. Tres meses después, una de las víctimas volvió a decir que no podía reconocerlo por los nervios a pesar de verlo a poco más de un metro, con unos anteojos para sol espejados y una gorra. Sus dos compañeros también mencionaron la complicación de describirlo porque habían sido atacados en un sótano, cuando ya habían apagado la luz y la visibilidad no era buena, pese a que todo pasó a eso de las cuatro de la tarde. Igual, en Tribunales, les pusieron enfrente a Ricardo Manuel Calvo (35 años, alias "Casca") entre otras personas, y lo reconocieron. Y esa evidencia, a pesar de las contradicciones en las descripciones de los testigos (uno habló que medía 1,90 metros y calvo no llega a 1,80) se tomó por cierta, y Calvo quedó procesado con prisión preventiva.

Durante los alegatos, el fiscal Daniel Guillén sostuvo la acusación contra este sujeto ligado a la compraventa de autos, y pidió condenarlo a 8 años por robo agravado por el uso de un arma cuya aptitud para el disparo no se pudo probar (nunca se secuestró). Y por haber empleado esa arma de manera impropia, cuando atacó a golpes a los empleados en el local de Mendoza 451 Norte, en Capital.

El defensor de Calvo, César Jofré, remarcó las contradicciones de los testigos y la ausencia de una prueba sobre el vínculo entre Calvo y el dueño del auto usado para el asalto y registrado por cámaras de seguridad, un Renault Clío negro en el que la Policía encontró $45.000. Era de un gitano, entonces de 17 años, que dijo haberle prestado el vehículo a un tío a la hora en que ocurrió asalto, "pero eso tampoco nunca se investigó", dijo Jofré, al momento de reclamar la absolución de su cliente.

Y ayer, el juez Maximiliano Blejman (Sala III, Cámara Penal) le dio la razón al defensor y liberó por el beneficio de la duda a Calvo, que pudo volver a su casa luego de pasar casi 2 años preso. Al momento de la sentencia, el juez debe tener la certeza plena de la autoría del imputado. Pero si en su espíritu esa convicción no se produce, la duda favorece, por ley, al acusado.

"Soy inocente, me acusan de algo que no hice… la plata que tengo la hice trabajando", dijo Calvo, al finalizar el juicio.

"Siempre respetamos los tiempos y las decisiones de la Justicia, pero ahora su señoría (el juez) vino a corroborar lo que siempre sostuvimos, mi defendido era totalmente ajeno a esa maniobra delictiva", dijo Jofré.