Fue un policía federal, vecino, el que como siempre se acercó para saludar y al ver que no respondían trepó por el techo, bajó al patio y se topó con lo peor: en un pasillo que lleva a un galpón en el fondo de la casa, estaba el matrimonio, ensangrentado. En un hall, el padre de la joven, también muerto. Según la policía, a todos los habían matado a palazos, cuchillazos y al menos con un hacha. Lo más conmovedor para el policía fue ver a los niños en el comedor, porque todos se preparaban para cenar cuando los sorprendieron los homicidas: la mayor, una nena de 5 años, estaba debajo de una mesa. Sobre sus sillas altas estaban dos mellizos de menos de 1 año; uno dormía, el otro lloraba.

Todo se descubrió a las 21,30 del jueves en una casa ubicada en la calle Bagnat al 1000 esquina Carabobo, en un barrio de clase media alta de Ituzaingó, Buenos Aires.

Las víctimas fueron identificadas como Walter Cayuela, de 32 años, su esposa María Fernanda Márquez, de 29, y el padre de la joven, Jorge Márquez, de 62. Los tres fueron sorprendidos cuando estaban preparándose para cenar junto a los hijos del matrimonio. Y como en la casa encontraron dinero y otros objetos de valor, los policías creen que los crímenes fueron cometidos por alguien que quizá las víctimas conocían porque no hay signos de resistencia y el portón de la casa estaba abierto.

Ayer los investigadores estaban convencidos de que el triple crimen se cometió por venganza. Por el modo y las múltiples heridas detectadas en los cuerpos creen que la masacre se perpetró con "con mucho odio".

El padre de Walter manifestó ayer que su hijo se dedicaba a comprar producciones de nueces, ciruelas o frutos secos en la zona de Cuyo, las fraccionaba y las vendía en Zona Oeste. El matrimonio, además, era dueño de un local de venta de productos dietéticos llamado "Los Girasoles", también en Ituzaingó. "En este país ser exitoso es un pecado", lanzó el hombre, quien no pudo precisar si su hijo y su nuera tenían enemigos.

Jorge Márquez era dueño de campos en la provincia de Santa Fe y el jueves a la noche visitaba a su hija; por eso sospechan que fue una víctima casual de los homicidas.

La casa donde ocurrió el crimen, según vecinos, era un lugar habitual de descarga para camiones chicos y camionetas. Allí, luego de inspeccionar el lugar, los peritos encontraron un garrote similar al usado para calibrar las ruedas de camiones. Creen que fue una de las armas homicidas.