El joven jornalero admitió que violó a su prima, cuando la niña tenía 12 años. Y ayer ratificó ante el juez que está dispuesto a ser condenado.

Ocurrió en julio de 2017, cuando su mamá tuvo que ir al hospital a dar a luz a su hermanita y su papá se vio obligado a dejarla en la casa de sus padres para que la cuidaran mientras él iba a su trabajo. Entonces tenía la vida de una niña de 12 años: más que nada con su familia, con salidas sólo a la escuela o cada tanto a lo de sus parientes, como los abuelos de su papá. En esa casa habitaban también una tía con sus primos, incluido un joven de 19 años (hoy de 21) muy apegado a su papá, por su afición a las carreras de galgos. Para ella, ese primo era como un hermano, pero el mismo día que su mamá fue al hospital y quedó a solas con ese joven, todo cambió, violentamente. Ella se sacaba fotos entre unas flores en la casa de su abuela, cuando la llevó a la fuerza adentro, cerró todas las puertas, empezó algo como un juego con manoseos, que pronto ella intuyó como algo más grave, pero en medio de su resistencia resultó golpeada contra una pared, se desmayó y, al despertar, descubrió su ropa interior manchada con sangre y un dolor en sus ovarios que no tenía.

No habló, pero la terrible experiencia empezó a colársele y mostrarse, en sus actitudes, en sus gestos: tristeza, llantos repentinos o respuestas que resultaban inadecuadas para su mamá, como las veces que la mujer le pedía que se cuide y ella le respondía: "Cómo, si ustedes no hicieron nada".

Entonces se puso en juego la intuición materna. Y en primer abordaje a su hija, llegó a arrancarle que su primo la había querido agarrar, sin mayores datos. La niña sabía que si hablaba nada sería lo mismo entre sus familiares. Pero la mamá insistió, la llevó a la psicóloga de una salita de primeros auxilios y esa profesional los derivó al Anivi.

El 6 de diciembre de 2017, la niña reveló lo que ya le había dicho a otras primas y una psicóloga concluyó que presentaba los síntomas de un niño abusado. A su vez, un médico constataba que ya no era virgen. Y todo complicó a ese primo, que cayó preso.

Ayer, acorralado por la evidencia, resolvió con su abogado Juan Carlos González Riutort admitir su responsabilidad y pactó un juicio abreviado con el fiscal José Eduardo Mallea, en el que acepta el mínimo de la pena por violación, 6 años. Ahora, el juez Maximiliano Blejman (Sala III, Cámara Penal) debe admitir o no el planteo. Si lo hace, no podrá aplicar una condena mayor.