La niña no había cumplido 15 años cuando un atardecer de enero de 2014, se apareció su abuelo en moto por su casa y le pidió a su mamá que la dejara acompañarlo a hacer una apuesta en la quiniela. La mujer no dudó de su papá. Nunca intuyó que así le abría la puerta a una seguidilla de violaciones (hasta tres veces por semana) que culminarían 11 meses después, con la niña destruida: aislada de su familia, de sus amigos, angustiada, sin querer ir más a la escuela, con su deseo sexual inhibido y con un miedo terrible a los hombres.

Igual, no pudo guardar tanto tormento y explotó. Una noche le contó a su mamá lo que le hacía su abuelo las veces que la buscaba para ir a la quiniela, al atardecer, o cuando la esperaba a unos metros de la salida de su escuela para cargarla en su moto y llevarla hasta lugares descampados en Pocito, que no recordaba a causa de sus problemas de visión (sufre miopía). En la soledad de esos lugares, sin testigos, la sometía a la fuerza. Luego se aseguraba su silencio diciéndole que, si hablaba, él negaría todo y a ella no le creerían.

El 28 de abril de 2016, la madre de la chica creyó todo lo que le decía y denunció a su padre. La menor ratificó luego ante una psicóloga las traumáticas experiencias que había sufrido a manos de su abuelo, esas que la llevaron a no poder tener intimidad con su novio. Y su relato resultó creíble para la profesional que la entrevistó, altamente compatible con el de una víctima de abuso sexual, según el expediente.

Del acusado dijeron que apeló a la desmentida, un recurso típico de los sujetos narcisistas. También se informó que era un hombre con una dualidad personal, pues se mostraba como alguien amoroso y protector, pero en el fondo consideraba a los otros como sujetos "serviles", de los que él se podía aprovechar. O en los que podía descargar sus impulsos, como ocurrió con su nieta.

Ahora llegó a juicio, jaqueado por la evidencia. Por eso resolvió con su defensor, Claudio Vera, que lo mejor es sortear un juicio común y, a cambio de una rebaja de pena, acordó con la fiscal Marcela Torres aceptar su autoría en el grave delito que le atribuyen y recibir como castigo 13 años de cárcel.

Según fuentes judiciales, este viernes ratificará ese pacto ante el juez Raúl José Iglesias (Sala I, Cámara Penal) quien debe admitir o no el acuerdo. Si lo hace, deberá decidir si aplica una condena igual o menor, pues la ley le prohíbe en esos casos imponer penas mayores a la acordada.

A gritos, recriminó a su padre por violarla y hacerla abortar

 

Una joven estalló en duras recriminaciones, a gritos y envuelta en lágrimas, cuando declaró ayer contra su papá, acusándolo sin dudar de las reiteradas violaciones que sufrió desde los 14 años. Y del aborto que tuvo que soportar cuando tuvo 15 y atravesaba un embarazo de 16 semanas. La chica le había dicho a su abuela que estaba embarazada de su novio, pero su padre la obligó a abortar, porque -al parecer- no descartaba que fuera hijo suyo. Después de la interrupción del embarazo, la chica siguió siendo violada, según el expediente.

Al sujeto también le atribuyen haber manoseado por lo menos dos veces a su hija cuando tenía 12 años. Esa niña fue la que presenció por lo menos dos violaciones contra su hermana mayor y fue también la que la animó para que ambas lo denunciaran el 4 de abril de 2017.

Además del conmovedor testimonio de la joven, en la primera audiencia del juicio contra ese sujeto en la Sala I de la Cámara Penal, también declaró una hermana del acusado, quien lo describió como alguien muy violento, dijeron fuentes judiciales.

Ayer, el sujeto (no mencionado para preservar a sus hijas) no dio su versión. Pero en la investigación acusó a su hija de denunciarlo porque él solo pretendía alejarla de un narco.