Para la jueza Silvina Roso de Balanza (Sala II, Cámara Penal), no hubo dudas: el anciano de 79 años abusó de su propia nieta cuando tenía 11 años y también de una bisnieta que tenía 8. Razones de sobra tenía para esa certeza, pues la mayor de las nenas había grabado con su celular uno de los innumerables abusos, esa vez contra la otra menor. Por eso fue que ayer la magistrada condenó a 25 años de cárcel a ese jubilado, y rechazó el pedido de los acusadores de revocar su prisión domiciliaria. Así, el acusado seguirá detenido en la casa de un familiar.
La jueza consideró que las maniobras desplegadas por ese jubilado sirvieron para corromper el sano sentido del sexo en las menores. También, que esos abusos fueron gravemente ultrajantes, dijeron fuentes judiciales.
Antes de tomar esa decisión, la magistrada había escuchado los alegatos de las partes. El fiscal Daniel Galvani había pedido que lo condenaran a 30 años de cárcel y las abogadas de la familia de las dos nenas, Laura Altamira y Laura Nuñez, a 35 años.
Ambas partes entendieron que además de la corrupción sexual, el anciano había violado a las nenas más allá de que los médicos no detectaran lesiones. Esa fue la prueba en que se apoyó la defensora María Noriega para pedir que su cliente sea sólo condenado por abuso sexual simple.
Los acusadores también pidieron a la jueza que revocara la prisión domiciliaria, pues luego de la denuncia, el 11 de marzo de 2019, ejerció más violencia contra las víctimas, "revictimizándolas". Así, intentó desalojar a la familia de su bisnieta y le cortó el agua, el gas y la luz. Hasta un juicio sucesorio inició sin mencionar como hija a la abuela de esa nena, que vivía en la misma propiedad, en Rawson. Los abusos, a veces en simultáneo, ocurrían cuando las niñas iban a ver televisión a la casa de su abuelo. La menor porque vivía en el mismo lugar; la mayor cuando llegaba de la escuela y esperaba a que sus padres fueran a buscarla. El 11 de marzo de 2019, grabó el abuso a su pariente, su padre lo descubrió y estalló un escándalo.