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Las dosis de violencia doméstica aumentaron a niveles drásticos, por lo menos 9 años atrás, desde que la dueña de casa empezó a tener problemas en sus riñones y no le quedó más remedio que hacerse diálisis. Entonces los celos de su marido camionero (hoy de 69 años) se intensificaron al punto de acusarla de infiel con los médicos, los enfermeros y sobre todo con el chofer del remís de la obra social que la llevaba y traía. En esos días era común también que quisiera tener sexo sin mediar peros. Y era ahí que la mujer, enferma y débil, cedía contra su voluntad pues lo contrario conducía a insultos, amenazas, golpes y hasta la crueldad de apretarle las fístulas por donde le hacían las transfusiones de sangre, según la denuncia.
"Y al que no le gusta ya sabe, puede irse, esta es mi casa y hago lo que quiero", les decía a los dos hijos que vivían con el matrimonio cuando le reprochaban algo. El joven no aguantó y se marchó de su casa en Rawson. La chica también lo padecía, pues a ella la besaba en la boca desde que tenía 7 u 8 años y hasta que tuvo 18; y se cansó, de esos besos y de que le tocara la cola de manera lasciva al menos tres veces por día, la mayoría de las veces en su casa, donde se paseaba en calzoncillos, incluso mostrando sus genitales.
Todo estalló el 22 de diciembre de 2016, cuando la mujer fue sometida por enésima vez y ese día también hubo problemas con el remisero, cuando la trajo de diálisis. Entonces lo encaró, agresivo, preguntándole por qué le prestaba plata a su mujer, pero el chofer negó esa situación. Tal problema se armó ese día, que un hijo de la mujer llamó a la Policía y el camionero a su vez llamó a otro de los hijos que lo apoyaba y no dudó en insultar a su propia madre.
Su violenta actitud de aquel día fue la gota que rebalsó el vaso. Y tras esa cuarta denuncia quedó preso, porque madre e hija detallaron los abusos sexuales que padecían.
Así llegó a juicio en la Sala III de la Cámara Penal. Allí, por consejo de la defensora oficial Mónica Sefair, decidió evitar un debate común y realizar un proceso abreviado a cambio de una rebaja de pena. Aceptó 6 años y 8 meses por al menos una violación contra su esposa y los abusos simples contra su hija. El juez Eugenio Barbera aceptó ese acuerdo, y ayer lo condenó a 6 años y 6 meses de cárcel.