Un hombre de 67 años que tenía un almacén en Pocito, fue procesado con prisión preventiva por el juez Guillermo Adárvez, porque consideró probado que durante tres años manoseó casi a diario a una nena vecina suya cuando lo visitaba como clienta hasta que, en una ocasión, intentó violarla en su dormitorio y no pudo hacerlo porque justo llegó una hermanita de la víctima al negocio a buscarla porque demoraba e impidió que consumara el ultraje.
Abuso sexual gravemente ultrajante y tentativa de acceso carnal fueron los delitos que el juez imputó a Misael Segundo Castillo, además de ordenar embargar sus bienes por $100.000, dijeron fuentes judiciales.
El primer síntoma de que algo no estaba bien con esa nena, se conoció el 5 de agosto pasado. Ese día llamaron de la escuela a sus padres porque se había provocado cortes con un vidrio en una de sus muñecas.
Entonces los padres de la niña (hoy de 13 años), a través de su obra social, se contactaron con un psicólogo que, luego del primer contacto, les comentó que su hija le reveló un hecho alarmante: le dijo que dos años atrás, el almacenero vecino la dejaba para el último cuando iba a hacer compras, cerraba la puerta y le bajaba el pantalón.
Según el expediente, la mamá supo por ese psicólogo que podía ir al ANIVI pero esperó a que su hija se recuperara. Y estaba en eso cuando el 8 de setiembre volvieron a llamarla de la escuela por otro episodio de autoagresión.
El 12 de septiembre pasado hubo denuncia. Ahí la nena dijo que no habló antes por vergüenza y que todo comenzó cuando tenía 9 años y el almacenero comenzó a tocarle los pechos. Y que de esa maniobra pasó a otras más graves, como el intento de violación o la vez que sus gritos llamaron la atención de una hija del imputado. “Soltá a esa niña”, le dijo la mujer al frustrar el ataque, para luego decirle a la víctima que no volviera más a comprar.
Ese hecho ocurrió un poco más de un año antes de la denuncia (tenía 11 años) y fue la última vez que sufrió un ataque sexual, porque el acusado cerró el almacén.
El informe psicológico de que la niña no miente y que en su conducta se detectaron los síntomas de niños abusados como retraimiento, intentos de autoagresión, sentimientos de indefensión, desesperanza, angustia y tristeza, complicaron la situación de Castillo, que intentó desligarse, sin éxito, al decir que la víctima lo buscaba.
“Ella se quedaba hasta el último, me buscaba”
Cuando las evidencias complicaron a Misael Segundo Castillo, el juez Adárvez (Tercer Juzgado de Instrucción) ordenó su detención. Entonces el imputado escuchó las pruebas en su contra pero se negó a declarar, sin embargo luego intentó acomodar los hechos a su favor. Y así cayó en un viejo argumento usado por múltiples abusadores: decir que la víctima, una nena, lo buscaba. “Ella se quedaba hasta el último (en el almacén), ella me buscaba”, dijo ante el juez. También trató de fabuladora a la niña y dijo que tuvo que cerrar su almacén para no tener más problemas. Según fuentes judiciales, en ese relato, Castillo aseguró que había quedado viudo y hacía ocho años que no podía tener relaciones sexuales.