‘Nos chocó y rodamos por el piso. Me paré como pude a pedirle ayuda al tipo, pero arrancó el auto y arrastró mi moto como dos cuadras hasta que los dos vehículos se prendieron fuego. Ahí el tipo se bajó y se fue caminando como si nada’. Aún sorprendido, explicaba ayer Luciano Barrera (20 años, empleado de una panadería) la increíble reacción que tuvo un automovilista luego de embestirlo a él y a su primo cuando circulaban en moto el sábado en la noche por un cruce de Villa Krause, en Rawson. Según Barrera y la policía, el sujeto circulaba en contramano y en estado de ebriedad cuando los embistió. Luego arrancó su rodado de nuevo, arrastró decenas de metros la motocicleta hasta que empezó arder, junto con su auto. Lo insólito es que allí, el conductor se bajó y huyó de la escena caminando.
Todo ocurrió en los últimos minutos del sábado en calle España y Ezpeleta, Rawson. A esa hora, Luciano -explicó- conducía hacia el Norte por España su moto Cerro 150cc acompañado por su primo, Renzo Barrera (20 años, metalúrgico), con quien iban a comer un pancho en la plaza departamental antes de llevarlo a la casa de su novia. Pero al llegar al cruce de Ezpeleta, un Ford Falcon que circulaba hacia el Este (el sentido permitido es únicamente hacia el Oeste) los embistió de lleno, según la Policía.
Los dos jóvenes, con casco, rodaron por el piso y quedaron lastimados. ‘Tenía como 30 años el conductor y empecé a gritarle para que nos ayudara, pero nada. Me desvanecí por el golpe, pero vi cómo arrancaba el auto y arrastraba mi moto por la calle’, aseguró Barrera.
De allí, ese sujeto siguió conduciendo en contramano por casi dos cuadras hasta que la moto y el auto empezaron a arder. Ahí fue cuando el chofer se bajó y escapó del lugar caminando, explicaron en la Policía, que ayer trataban de localizar a ese conductor a través de la identificación del auto.
‘Me sorprendió su actitud. Nos dejó tirados y no tuvo drama en seguir. La moto la compré hace 6 meses y ahora, además de no tener en qué andar, tampoco puedo ir a trabajar por las heridas, al igual que mi primo’, contó Luciano Barrera.

