Un brazo quedó en la banquina, a centímetros de una farola. Unos pasos más allá, un pie con parte de la pantorrilla. Más adelante, otros restos de una pierna. El cuerpo estaba casi al medio de la ruta y a un costado la moto destrozada. Metros adelante, el otro pie. También se veían esparcidos algunos trozos de ropa y las zapatillas todas rotas. La imagen parecía sacada de una película de terror, pero no era otra cosa que el resultado fatal del impactante accidente desatado ayer en 25 de Mayo con un obrero en moto que aparentemente quiso rebasar a un vehículo y acabó bajo las ruedas de un camión con 29 toneladas de maíz, que despedazó su cuerpo.
Juan Antonio Orrego (36) tuvo una muerte atroz a eso de las 6.50 de la mañana sobre la ruta nacional 20, a 300 metros al Este del empalme con ruta 279, en el paraje conocido como ‘Tres Curvas’ en las afueras de La Chimbera. La tragedia sorprendió a este obrero rural, cuando le faltaban apenas 150 metros para llegar a la firma Vitícola Cuyo, donde trabajaba.
Su hermano Pedro lo había visto un rato antes en su casa en ruta 279, entre las calles 21 y 22. Ahí se saludaron y cada uno partió para su trabajo, contó. Juan Antonio Orrego, que era soltero y el menor de 5 hermanos, tomó su moto Konisa 110cc y salió hacia la ruta 20. No llevaba casco, solamente su gorra y una mochila con una botella con hielo.
Fue sobre esa misma ruta, en un tramo recto, cuando supuestamente el obrero intentó adelantarse a un camión que transitaba adelante suyo, según versiones policiales. Lo que se supone es que se abrió a la izquierda, sin percatarse que por el otro carril (Este a Oeste) venía el Scania L1634 con acoplado guiado por el cordobés Juan José Kamecki (62), explicó el subcomisario Eduardo Thebault, jefe de la Seccional 32da. El vehículo traía 29.000 kilos de maíz desde Río Cuarto con destino a una granja de San Juan.
El impacto no fue de frente. La motociclista aparentemente golpeó contra el costado del chasis del camión y después se fue bajo su acoplado. Orrego murió en el acto, las ruedas del pesado equipo fueron despedazando su cuerpo metro a metro dejando esparcidos sus restos sobre el pavimento y la banquina.
