Hasta los vecinos que apenas conocían de vista a Pablo Pastén, admitían en él una cualidad: su dedicación al trabajo. Para los suyos en cambio era mucho más que eso: "vivía para su familia", dijo ayer su madre, empapada en lágrimas. Tenía 23 años, un hijo de 1 año y ya se preparaba para recibir a su segunda criatura porque hacía pocos días que con su mujer se habían enterado del nuevo embarazo, de 4 meses, según sus parientes. Pero toda la juventud y los proyectos de Pablo quedaron truncos. Ayer, bien temprano, cuando repetía por enésima vez su rutina de ir al trabajo en moto, otro joven que viajaba en sentido contrario acompañado por su novia en una Renault Trafic, intentó realizar un giro e invadió el carril del motociclista con resultados terribles. Pablo Pastén murió prácticamente en el acto, a pesar de llevar su casco puesto, dijeron fuentes policiales.

Todo pasó alrededor de las 7,15 de ayer en el cruce de Comandante Cabot y Meglioli, en Rivadavia, un lugar de tránsito peligroso particularmente por la elevada velocidad de quienes circulan por Meglioli, dijeron vecinos de ese lugar.

Pablo había salido de su casa en la Villa San Damián y a la hora del siniestro circulaba hacia el Norte en una moto Mondial 150cc. a cumplir una nueva jornada laboral en un destino de Rivadavia que le había asignado la firma "Menín Construcciones", para la que trabajaba hacía como cinco años, según su padre.

Sin embargo no pasó de Comandante Cabot, que en ese lugar topa en Meglioli. Según la policía, Pastén fue embestido por la Trafic que guiaba Maximiliano Olmos (27) acompañado de su novia. El joven, dijeron, iba a su casa en Rawson y desde allí tenía pensado a salir a trabajar: es repartidor de productos "Terrabusi".

En la policía aseguran que Olmos circulaba hacia el Sur por Meglioli (sentido opuesto al de Pastén) y que intentó girar al Este por Cabot sin percibir al motociclista. Informalmente, Olmos habría dicho que dobló normalmente porque no vio al motociclista. Anoche, estaba preso en la Seccional 13ra. a cargo del comisario Julio César Coria.

"Todos los días trabajaba, todo para su familia, para que venga un desconocido y lo mande a otro mundo. Qué desgracia Dios, ahora quedan dos hijos sin padre por culpa de un inconciente", decía indignada ayer la madre de la víctima.