Desde afuera, esa suerte de casilla con paredes de cartón prensado detrás del Matadero Municipal de Capital, hubiera desalentado a cualquier ladrón que buscara sacar algo de provecho. Pero eso no sucedió con Silvio Johan Exequiel Cuello (21). La madrugada del 18 de junio de 2016 rompió con un hierro una de las paredes de la precaria casa, sustrajo un par de electrodomésticos, los llevó a ocultarlos y, cuando volvió por más, lo descubrieron y no dudó en darle un puntazo con un destornillador al dueño de casa, que igual pudo capturarlo con ayuda de un cuñado. Cuello llegó a juicio en la Sala III de la Cámara Penal y allí el juez Eugenio Barbera consideró probado que robó y calificó como un intento de robo agravado por el uso de un arma blanca su segunda embestida. Y lo condenó a 4 años de cárcel.
El fiscal José Eduardo Mallea había pedido 6 años de castigo por esos ataques. La defensora oficial, Mónica Sefair, intentó desligar a su defendido de aquellos embates contra lo ajeno, pero el magistrado desestimó sus argumentos.
Todo pasó alrededor de las 6,30 de aquel frío 18 de junio de 2016. Esa vez, Cuello aprovechó que en la precaria casilla, Gastón Navarro, su señora Lilian Villarroel y el hijo ambos dormían, para romper una pared y, una vez adentro, robarles un horno y una tetera eléctrica. Cruzó la ruta 40 para ocultarlos en un descampado cerca de su casa en el barrio Costa Canal I.
Y volvió por más. Pero esta vez la dueña casa escuchó ruidos, le avisó a su pareja que en el acto se levantó, empujó la puerta que el ladrón intentaba abrir, y lo puso en fuga. Al salir, la mujer notó que el sujeto se había escondido en la casilla de al lado, donde vive su papá, y hasta allí fue Navarro a buscarlo. Hubo forcejeos, piñas y, lo peor, un puntazo en el pecho a Navarro, que de todos modos pudo capturar al delincuente con ayuda de un cuñado. Minutos después pasó a un calabozo y ahora seguirá preso.