Roberto Andrés Riveros (43) fue condenado ayer a 11 años y 6 meses de cárcel por abusar sexualmente de su hijastra de 15 años, en un contexto de horror: lo hizo cuando vulneró sus salidas de la cárcel y quedó a cargo de la víctima y tres de sus hijos, mientras su mujer cuidaba en el hospital a otra hija operada de la vesícula. Llevó su obsesión al punto de no importarle que lo sorprendieran la mayoría de sus chicos y al extremo de usar pastillas (ansiolíticos y anticonvulsivos) para eliminar la resistencia de su "objeto sexual" y cualquier intromisión del resto de su familia. Tal era su fijación en el uso de esas drogas, que cuando su familia advirtió el uso de ese "polvito blanco" no querían comer ni beber, por miedo. Y con razón: una de esas comidas fue a parar al perro y durmió como cinco días; otra vez el propio Riveros se enojó cuando su familia no quiso comer, ingirió el alimento y pasó todo el día en cama. En otra ocasión hasta llegó a proponerle a una de sus hijas que le echara dos pastillas en la bebida a su hijastra a cambio de un celular, según consta en el expediente.
Según fuentes judiciales, Riveros cumplía una condena de 7 años y 6 meses de cárcel por robo agravado, y por eso estuvo preso entre el 9 de noviembre de 2005 y el 21 de diciembre de 2009, cuando empezó a gozar de salidas transitorias. Pero el 2 de enero de 2010 echó por tierra su buena conducta en la cárcel y también la que le conoció su mujer durante 15 años de convivencia en Pocito.
El 8 de enero de 2010 buscó un primer contacto con su hijastra, frustrado por los gritos y la resistencia de la chica, algo que lo obligó a golpearla y amenazarla. Sin embargo, entre ese día y el 6 de febrero, hubo otras cinco ocasiones en las que buscó violar a su hijastra, y lo consiguió a veces, incluso en presencia de algunos de sus otros hijos durante la noche.
Tal desprecio por los otros fue posible porque según los informes psicológicos, Riveros "es incapaz de amar, miente, sólo le importa él y la satisfacción de sus deseos y es incapaz de arrepentirse".
La semana pasada, el reo aceptó su responsabilidad y también una pena de 11 años y 6 meses de cárcel tras un acuerdo de juicio abreviado entre su defensora oficial Amelia Carrelli y la fiscal Alicia Esquivel Puiggrós. Ayer, el juez Juan Carlos Peluc Noguera (Sala II, Cámara Penal) ratificó el acuerdo y aplicó la misma pena solicitada.

