Ya había sonado la alarma y Melisa Soria (23) estaba entredormida cuando le cortaron el sueño de la peor manera: un sujeto le tapó la boca y le puso un arma en la cabeza. Instantes después, llevaron a su habitación a sus hermanos Agustín (17) y Karen (26). Para entonces la banda tenía reducidos a la empleada, Mariana Gnierro y a los jardineros Mario Bustos y Nahuel Zalazar, todos amordazados, atados de pies y manos, en el baño. Quemar con una plancha a Agustín y o matar a su madre (creían que era la empleada) fueron las amenazas más recurrentes para que dieran la plata.

Casi una hora después, esos tres sujetos con revólveres y gorras (uno con barbijo, dos con anteojos) se alzaban con el sueldo y los ahorros de Karen Soria (unos $15.000), tres televisores, dos DVD, una computadora todo en uno, los seis celulares de las víctimas, ropa, calzado. Y huyeron con el botín en el Peugeot 207 de Karen, luego abandonado (sin el estéreo) en San Martín. Todo pasó sobre las 9 de ayer en la casa del comerciante Washington Soria en Cuba casi Maipú, en Villa América, Capital. Aprovecharon que la puerta quedó abierta cuando un albañil salió a la ferretería (al volver lo encañonaron) y la empleada limpiaba frente a la casa.

El asalto incluyó un violento golpe al jardinero Bustos y tuvo además aristas muy curiosas: como el empeño de los ladrones por simular ser porteños o cordobeses; cambiarse de ropa y ponerse la del dueño de casa o la de su hijo. O robarse el bolso de maquillaje de Melisa en lugar de otros objetos de valor que había en la casa.

‘Con mi señora ya hablamos de poner cámaras o cómo hacemos pero nunca vamos a terminar de estar seguros, la solución la debe dar el mismo Gobierno, no puede ser lo que está pasando. Menos mal que no dañaron a nadie, pero te queda una sensación muy fea, esto no lo vamos a superar tan fácil’, dijo el dueño de casa.