Frustrado. El plan de los asaltantes marchaba sobre ruedas hasta que entró un hombre al local y lo frustró todo. Dos fueron apresados enseguida.

Oficialmente, el bonaerense Matías Bigorado (43) comenzó a escribir su nombre en la historia criminal sanjuanina el 5 de enero de 1999 a eso de las 6 de la mañana, en Caucete. Venía de Córdoba en un micro de la empresa Chevallier con dos cordobeses, su cuñado Daniel Peiretti y Alberto Ceferino Sánchez. Hasta ese día no tenía antecedentes penales, pero desde entonces comenzó su larga y peligrosa trayectoria: esa vez, le robaron la cartera a una mujer en el colectivo, la encañonaron cuando les reclamó y también al resto de los pasajeros cuando todo se alteró. Les quitaron algunos pesos a un par de ellos y el arma a un policía que viajaba en esa unidad. Amenazaron a todos, efectuaron un disparo al techo y se bajaron a poco de llegar al centro caucetero. Pero enseguida cayeron y el 22 de octubre de ese año los condenaron a 9 años de cárcel. Al mes siguiente, los tres fueron cabecillas en la histórica fuga de 26 presos ocurrida el 3 de noviembre de 1999, cuando tomaron como rehenes a un juez, cinco periodistas (dos de este diario) y cinco penitenciarios (incluidos dos funcionarios). Y entonces el prontuario de Bigorado se abultó: recibió otros 9 años y 10 meses de cárcel. También sumó otra condena de 1 año solo por evadirse (no usó violencia en personas ni fuerza en las cosas) con otros 10 presos el 28 de febrero de 1999, cuando el escape terminó en un tiroteo y uno de los fugados muerto. Motines, intentos de fuga y otros delitos se sumaron a la lista de infracciones penales en la vida de este sujeto, que finalmente pudo salir de prisión.

Bigorado se había pegado bigotes, cejas y pelo postizo en la frente para no ser reconocido.

Pero ayer volvió otra vez a la tierra en que recibió su primera condena: sabedor de la presencia de las cámaras, usó bigotes y cejas postizas y algo más de pelo adherido a su frente. Y se metió a eso de las 10,30 con otro cómplice (que escapó) y el chimbero Cristian Fabián Ontiveros (registraba un pedido de captura y caídas por delitos) a la casa de giros "Magui Express" situada en el corazón del microcentro sanjuanino, en el 161 Este de Ignacio de la Roza, entre General Acha y Tucumán.

La versión policial y judicial es que encañonaron y golpearon a un empleado y pasaron directo a buscar al gerente de esa empresa mendocina radicada en San Juan desde hace un año y dedicada también al cambio de moneda. El ejecutivo estaba con un amigo y ambos fueron reducido a golpes, indicaron.

Postizos. Matías Bigorado utilizó bigotes, cejas y algo de pelo postizo en su frente para evitar ser reconocido. Será juzgado con su cómplice en Flagrancia.

 

Todo marchaba bien para los delincuentes, pero un transeúnte ingresó al comercio y derrumbó sus planes. Porque en el afán de alejarlo, ese hombre se dio cuenta de lo que ocurría adentro, salió y avisó a la Policía.

Según los voceros, al menos un uniformado se cruzó con los delincuentes dentro del local cuando ya se iban con unos $50.000 que habían sustraído de un escritorio (no se llevaron lo de la caja fuerte) pero a los pocos metros ambos fueron capturados, con el dinero que habían robado y también con dos armas cargadas, una pistola 9 mm y un revólver calibre 38.

Sin botín. A poco de intentar huir a pie, los delincuentes fueron capturados con dos armas cargadas y el dinero que habían sustraído.

 

Anoche, los pesquisas policiales al mando del jefe Luis Martínez y los judiciales dirigidos por el coordinador de los fiscales de Flagrancia, Daniel Guillén y el fiscal Iván Grassi, investigaban a fondo para dar con el resto de los implicados, pues creen que no sólo el prófugo estuvo involucrado.

La principal teoría es que los delincuentes no llegaron a ese local por obra del azar. Están convencidos de que hubo un entregador, es decir alguien que les facilitó la información sobre la presencia y el manejo del dinero, y cómo debían desplazarse en el interior de ese comercio.

Por eso no se descartaban otras detenciones.