"Estamos cansados, somos gente trabajadora. Da mucha bronca, no nos queda otra que irnos de la casa", dijo la hija mayor.

 

Cenar con la puerta abierta por el calor era un hábito de todas las noches, pero el jueves en la noche todo se complicó. Es que tres delincuentes encapuchados aprovecharon esa oportunidad y, sin dudarlo, irrumpieron a punta de arma y aplicaron su crueldad para alzarse con la plata que el dueño de casa iba a invertir en su local de ropa: unos $37.000 en efectivo. Todo fue violento, porque para que dijera dónde guardaba el dinero los ladrones lo tumbaron al piso y allí le daban culatazos en la cabeza, mientras le apuntaban a sus 4 hijos, de 23, 18, 13 y 6 años. Para meterle más miedo le dijeron que se iban a llevar al más pequeño si no cedía, cosa que lo terminó de doblegar. Este fue el segundo robo que sufrieron en el mes: el anterior fue hace unas dos semanas, cuando ladrones ingresaron cuando no había nadie y se alzaron con una suma mayor, $70.000. Es por eso que, cansados de la inseguridad, aseguraron que tienen todo listo para mudarse de esa casa, ubicada en la manzana A del sector II del Barrio San Martín, en Pocito, una "zona jodida", según las propias víctimas.

La decisión de irse la empezaron a barajar luego de ese primer golpe. Y este nuevo ataque en la noche del pasado jueves no hizo otra cosa que reafirmarla.

"Estábamos cenando y de la nada entraron. Se los notaba alterados, nerviosos. Nos decían que venían a buscar la plata, que querían toda la plata", relató la mayor de los hermanos (pidió reserva de su nombre).

Los sujetos, a fuerza de amenazas de disparos, de inmediato tomaron el control de la casa. Eso sí, les costó dar con el botín porque la familia trató de evitarlo hasta las últimas consecuencias.

"Nosotros le decíamos que hacía dos semanas nos habían robado todo lo que teníamos, pero nos decían que no eran bolu…, que sabían que había más plata", comentó la chica.

Pero la familia se vio acorralada cuando les dijeron que se iban sin un peso, pero con el niño. "Dale porque me lo llevo", le repetían al hombre mientras zamarreaban al chiquito, por lo que no le quedó otra que indicarles que los billetes estaban en una cajonera.

Así, encerraron a todos en una habitación, les quitaron los celulares y las llaves de los vehículos y salieron corriendo por la puerta del frente.

 

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Dos de ellos, de apellido Guajardo, son familiares de los asaltados, mientras que el otro, de apellido Luna, sería un amigo de ellos, dijeron fuentes policiales.

Por otro lado, el damnificado, su madre Rosa María León (79) y su sobrino Exequiel Altamirano (19), ayer continuaban internados por las graves lesiones que sufrieron en el atraco, informó la Policía.