Culpar a otro, más aún si está muerto o si fue desligado con un sobreseimiento. Es el argumento inoxidable al que apelan los que están en una situación penal complicada. Y fue el que utilizaron ayer el mecánico José Benito (43) y el fanático de las motos Sebastián Andrés Aguirre (29), para intentar atenuar su vinculación con el violento asalto al marplatense Jorge Martorella: cerca del mediodía del 1 de septiembre de 2016, el empresario recibió un tiro que le destrozó un botón de su pantalón, se desvió por el costado derecho su ingle y de milagro se detuvo a 1 centímetro de la caudalosa arteria femoral. Fue en la pescadería "Atlántico Sur" de Trinidad, Capital, donde Martorella llegó a cobrar y donde intentó resistirse para no perder su maletín con $460.000 en efectivo y cheques por unos $200.000.
A pesar de intentar atenuar su culpa, las pruebas complican a los implicados
Ayer, ante el juez Eugenio Barbera (Sala III, Cámara Penal), el fiscal José Eduardo Mallea y los defensores María Noriega, Javier Saba y Romina Vargas, los imputados Benito y Aguirre remarcaron que el tercer enjuiciado, Braian Alexander Castillo (25 años, yerno de Benito) no tuvo nada que ver con ese atraco. Y cargaron toda la culpa en Mario Giménez, un sujeto que ya no es parte del proceso porque fue sobreseído.
Así, en boca de Benito y Aguirre, Giménez fue cerebro y principal ejecutor del golpe.
Según Benito, lo conoció en su taller y presumía de ser un especialista en arrebatos que le insistió hasta arrancarle que Martorella podía ser su blanco (era cliente del mecánico) a cambio de "una moneda importante". También lo señaló como el sujeto que siguió a la víctima y planificó todo el golpe y al final sólo le dio dos cheques que debió romper porque no los pudo cambiar.
Y según Aguirre, Giménez lo buscó para un arrebato, el que aportó la moto KTM 200cc robada y usada en el asalto, el que le dio el tiro al empresario para robarle el maletín con el efectivo y los cheques, y el que le apuntó a él para bajarse de la moto, sin darle un peso y sólo los cheques.
En el expediente otras pruebas, como la pericia telefónica, complican a los acusados.