‘Lo único que pensé cuando le apuntaron a mi mujer fue ayudarla. No me importó que me apuntaran. Cuando los perseguía en el auto juro que quería pasarles por encima, pero decidí encerrarlos. Ahora pienso ¿qué hubiese pasado si ese tiro atravesaba la ventanilla y le daba a mi mujer?’. La frase la dijo Cristian Bustos, un joven de 32 años, que ayer a las 5.45 vivió junto a su pareja, Verónica Villarroel (36), una situación límite a manos de tres delincuentes armados que los interceptaron en un cruce de Rivadavia. La pareja se dirigía a trabajar en el Híper Libertad. Verónica conducía un Fiat Palio y Cristian viajaba en su moto Appia Brezza 150cc. En un semáforo, los ladrones enfilaron al auto y mientras encañonaban a la mujer, trataron de abrir las puertas. Ahí, el joven se bajó de su rodado y también fue amenazado. Dos de los sujetos se subieron a la moto y ahí empezó otro peligroso momento: el sujeto armado le disparó a la ventanilla del conductor y de milagro no perforó el cristal. Cuando aceleraron, Verónica los chocó y los tiró, pero se recuperaron y lograron huir en la moto. Cristian les lanzó su casco, los alcanzó a golpear y se subió al auto. La pareja persiguió a los ladrones unas cinco cuadras hasta que los encerraron y se cayeron. El muchacho se bajó, persiguió a pie a uno de ellos y le dio una golpiza antes de entregarlo a la Policía, contaron las víctimas. Ese sujeto fue identificado en la Policía como Jonathan Moreno (20).
Todo comenzó en Arnobio Sánchez y Sargento Cabral, Rivadavia. ‘Nunca nos paramos en esa esquina, pero hoy (por ayer) habían unos autos esperando en el semáforo. Así que nos paramos. Ahí se vinieron los tipos hacia el auto y mi mujer trabó las puertas’, dijo Bustos, quien estaba parado con su moto delante del coche. ‘El que estaba armado me apuntaba a mí y mi marido. Los otros dos estaban del lado del acompañante y la puerta trasera tratando de abrir. Fue tremendo’, explicó Verónica. Como la mujer no abrió, el ladrón armado le disparó y luego robaron la moto. El tercer cómplice escapó. ‘Los agarramos en calle Coll, frente al barrio Cooperarq (IV) y atrapé a uno. Encima me decía que no tenía nada que ver. Un caradura’, comentó Bustos.

