Fue Daniel, uno de sus cuatro hijos, el que se topó con una escena que jamás hubiera querido presenciar: su papá, Ramón Eduardo Molina (85), tendido en el piso boca abajo y sólo con su ropa interior, sin reacción y con marcas que lo hicieron pensar lo peor. Fue a media mañana de ayer. Según Edit, su hermano acostumbraba ir siempre a la casa de su padre al 6200 Este de la Ruta 20, en Santa Lucía, porque allí se cambiaba como parte de su rutina en la práctica del ciclismo de montaña. Lo grave fue constatar que ese jubilado no sólo estaba muerto, pues enseguida se instaló la sospecha de que pudieron haberlo matado (se estima que a golpes) para robarle su Renault Megane (luego hallado en Rivadavia), herramientas y dinero, pues había cobrado su jubilación y también unos $130.000 pertenecientes a dos alquileres: el de su taller metalúrgico en el que ya no trabajaba, y el de un salón en el que el presidente de la Cámara de Energías Renovables, Fabián Flores, tiene materiales de energía solar. Entre ambos locales y en el mismo terreno, Molina había construido un departamento en el que vivía solo y en el que no tenía otro tipo de seguridad que candados, llaves y pasadores en los portones de chapa del frente, dijeron fuentes policiales.
Amante del ciclismo y los caballos, y con fama de buen metalúrgico, al punto de merecer en algún momento de su vida el Mercurio de Oro a la actividad. Esos recuerdos sobresalían ayer a la hora de describir a Ramón Eduardo Molina.
‘Era un tipazo, muy amable y muy humilde. Casi siempre llegaba hasta acá, al salón, con tortitas para que tomemos mate o me invitaba a tomar té. Se me bajó la presión cuando me dijeron que lo habían matado, yo venía de 9 de Julio y por la policía pensé en un accidente porque esta curva es terrible. Me había contado que se iba de vacaciones para el lado del sur y como no le permitían llevar reposera se había fabricado una más chica… Qué hijos de p…., la verdad que no lo puedo creer. Todo esto nos va a llevar a poner más seguridad, ahora voy a ver si coloco cámaras’, aseguró Flores.
La novedad del homicidio provocó un revuelo en esa zona de La Legua, donde hubo escenas de conmoción y dolor entre los familiares de la víctima.
La investigación del caso estaba a cargo de los pesquisas que dirigen los fiscales coordinadores Iván Grassi y Adrián Riveros. Junto con numerosos ayudantes fiscales, policías de Homicidios y peritos de Criminalística recababan posibles pistas en el lugar del crimen, para intentar dar con los sospechosos. Hasta el jefe de Policía, Luis Martínez, llegó hasta la escena del homicidio para colaborar con la investigación.
Así, ayer por la tarde los investigadores ya tenían individualizado al principal sospechoso. Se trata de un hombre sobre el que pesan varios puntos que lo comprometen, principalmente el testimonio de al menos un testigo que dijo que lo vio en el vehículo del anciano, abandonado luego en Rivadavia. Los pesquisas además pudieron determinar que esa persona había vendido la rueda de auxilio, al igual que el celular de la víctima. También quedó expuesto porque hizo compras en locales de Rivadavia con una tarjeta que le sustrajo a Molina.
Los investigadores apuntaban a establecer con cámaras de seguridad y privadas, si ese hombre iba solo o con alguien más en el Megane. Es que los pesquisas no descartaban la posibilidad de que haya participado más de una persona en el ataque. El otro grupo de pistas podría surgir de los rastros encontrados en el departamento donde vivía la víctima. Al respecto, anoche estaba detenido un hombre al que la víctima conocía por el lado laboral. "No es el autor material pero podría ser entregador, cómplice o haber tenido algún rol menor", explicó una alta fuentes judicial.
Los allanamientos realizados anoche en distintos domicilios con el objetivo de dar con el presunto autor material no tuvieron resultados positivos. Por eso se dio la orden de extremar recaudos en las salidas de la provincia a fin de evitar que se fugue de San Juan.