Era habitual. Los fines de semana, generalmente, las pequeñas sobrinas de los dueños de casa llevaban a sus amiguitas a pasar la noche en lo de sus tíos, que no tienen hijos. Fue en esos rituales infantiles más conocidos como pijamadas (o pijamas party), con colchones tirados en el piso, que al menos dos de esas nenas se toparon con algo que no esperaban: los manoseos del hombre de la casa. Sus revelaciones, ante sus padres, primero, y luego ante psicólogos que concluyeron que no mentían y presentaban signos de un niño abusado, son ahora las pruebas claves contra ese sujeto que tiene 58 años.

Está complicado en dos causas: en la primera de ellas, ocurrida en marzo del año pasado en su casa de Capital, la víctima fue una nena de 10 años. En ese caso el sospechoso, identificado como Roberto Figueroa, está preso porque el juez Guillermo Adárvez consideró que cometió un abuso sexual gravemente ultrajante agravado por la guarda, pues las niñas estaban a su cargo. Ahora, por ese hecho, será enjuiciado en la Sala III de la Cámara Penal, dijeron fuentes judiciales.

El otro caso fue denunciado al mes siguiente de aquel año y al cabo de la investigación realizada en el Cuarto Juzgado de Instrucción, el juez Martín Heredia Zaldo consideró probada la denuncia y por eso le atribuyó a Figueroa el delito de abuso sexual simple agravado por la guarda, dos hechos: uno cometido contra la niña cuando tenía 8 años y otro dos años después.

En su descargo, el sospechoso negó haber cometido delito alguno. Es más, hasta insinuó que las segunda denuncia en su contra pudo ser obra de la mamá de la nena que lo denunció primero, para darle fuerza a su versión.

Además de los testimonios de la nena y su madre a quien la niña en principio no quiso decirle nada por ‘vergüenza’ y ‘miedo a lo que le pueda pasar a la tía’ (así le decían a la mujer del sospechoso), el juez valoró en contra del imputado el informe psicológico de su personalidad, en quien consideró acreditados los razgos de un pedófilo, dijeron fuentes judiciales.

La resolución del juez no es definitiva, pues el imputado aún puede pedir que un tribunal superior la revise si acaso la considera injusta. Hasta que no exista un fallo condenatorio y esté firme, Figueroa es inocente ante la ley.