La jueza de Garantías Gema Guerrero condenó ayer a 6 años de cárcel a un changarín de 54 años por haber cometido abusos sexuales gravemente ultrajantes (dijo que hasta usó un vibrador) contra una nena que le decía tío. Los ataques ocurrieron entre los 5 y los 7 años de la víctima, que estaba en una situación bastante especial, pues estaba a cargo de una familia (que no era la suya) que tenía contacto con el sujeto condenado, José Pereyra (alias ‘Sal Fina’).
Los hechos habían sido descubiertos el 14 de marzo pasado por una acompañante terapéutica en una residencia estatal para menores, en la que les daba un taller a varios chicos. Hablaban sobre cómo les había ido el fin de semana, cuando la nena (entonces de 7 años) le contó lo que le pasaba con su ‘tío’ cada vez que quedaba a solas con él. Que lo obligaba a tocarle sus genitales con sus manos y su boca, que se le tiraba arriba para tener relaciones (ante la psicóloga describió los movimientos) y que al menos en una ocasión hasta usó un vibrador, fueron parte de los detalles que ofreció ante una psicóloga, que consideró sus dichos como altamente creíbles, además de detectar varios indicadores de abuso sexual en la menor.
Esa prueba fue clave para que el acusado decidiera con su abogado, Gustavo de la Fuente, admitir su autoría en un juicio abreviado acordado con la fiscal Ingrid Schott y la ayudante fiscal Paula Aarredondo. En ese convenio, también aceptó la pena que finalmente le impuso la jueza Guerrero.
Pereyra era monitoreado con una pulsera electrónica, pero el dispositivo falló y llegó excarcelado al juicio, dijeron fuentes judiciales. Pero ayer, la jueza ordenó su prisión preventiva a pedido de Fiscalía por el peligro de que se fugue y volvió a ser detenido hasta que el fallo quede firme.