La niña recordó que, la primera vez, su padrastro la hizo desnudarse con la excusa de revisarla por cuestiones de salud. Tenía por entonces 14 años y el sorpresivo abordaje la dejó helada. Tanto, que el sujeto aprovechó para manosear sus pechos y observarla un largo rato, antes de decirle que se vistiera porque llegaría su mamá de una de las reuniones semanales a las que asistía en la iglesia. Cuando tuvo 16, volvió a la carga, esta vez con el pretexto de que padecía maleficios y se los iba a sacar. Fue en agosto de 2018, cuando la llevó a un hotel alojamiento de Rivadavia, la desnudó, se desnudó y avanzó un poco más en el ultraje sexual sin llegar a violarla, porque la niña no aguantó y estalló en un grito. Entonces se enojó, le recriminó su actitud y le insistió, pero al cabo de un rato desistió de su intención y ambos volvieron a la casa donde convivían, en Rawson. Que no dijera nada para no alterar ni alarmar a su madre, parecieron suficiente mordaza, pero los acechos sexuales habían dejado profundas y dañinas marcas en la menor, que un día no se aguantó y llamó a su papá biológico para decirle lo que le había hecho su padrastro.

La confesión a su padre, que vivía en otra provincia, ocurrió el 21 de marzo de 2019 cuando la chica tenía 17 años. A los pocos días, en abril, se concretó la denuncia, y tan verosímiles resultaron los dichos de la menor en el Anivi, que el 17 de abril el sospechoso, un chofer de micros de larga distancia de 48 años de edad, quedó detenido por orden de un juez.

Más tarde el sujeto quedó procesado con prisión preventiva porque, entre otras evidencias, el relato de la menor fue evaluado por un psicólogo como altamente creíble y muy alejado de la mentira. Por eso el caso se calificó como abuso sexual gravemente ultrajante, agravado por la condición de guardador del colectivero y la situación de convivencia con la víctima, dijeron fuentes judiciales.

Esa calificación mantuvo la fiscal Marcela Torres, quien acordó con el imputado y su defensor, Marcelo Sández Luján, un juicio abreviado en el que el chofer admitió su responsabilidad y aceptó cumplir una pena de 9 años de cárcel. Ayer ratificó su decisión de ser condenado y ahora el juez Martín Heredia Zaldo (Sala I Cámara Penal) deberá decidir si acepta la propuesta. Si lo hace, no podrá agravar el castigo contra el acusado.