"Sólo reiterar mi arrepentimiento por mis actos e insistir en lo mismo, mi idea no fue llegar al daño mortal de Ruíz". Compostura firme, tono firme. Frente al tribunal Rodolfo Adrián Serrano (37 años, cinturón negro en kung fu) repitió sus últimas palabras sin mostrar sentimientos, quizá por esa "frialdad" que describió un psicólogo en un informe sobre su personalidad, en el que también destacó su "impulsividad". Fue ayer al mediodía, antes de que el tribunal se retirara a deliberar para resolver si cabía imputarle homicidio alevoso, portación ilegal de arma de fuego y castigarlo con perpetua (eso pidió el fiscal Gustavo Manini) o atribuirle homicidio culposo (sin intención) y portación de arma sin fines delictivos, y darle el mínimo de la pena por esos delitos como solicitaba el defensor Diego García Carmona.
Pero sobre las 13,30, ninguna de esas posturas sobrevivió. Para los jueces Arturo Velert Frau, Raúl José Iglesias y Diego Román Molina (Sala I de la Cámara Penal) Serrano cometió un homicidio simple, agravado por el uso de un arma de fuego en perjuicio de Luis Ruíz (27). También consideraron que cometió el delito de tenencia y portación de arma de guerra. Por ambos ilícitos le dieron 18 años de reclusión.
El crimen ocurrió alrededor de las 5 de la mañana del 26 de enero del año pasado a metros de un carrobar en la esquina de General Acha y 9 de Julio, en la plaza Hipólito Yrigoyen, más conocida como "La Joroba, en Capital.
A esa hora Luis Ruíz (padre de dos chicos, empleado de una agencia de vigilancia privada) había llegado con un amigo y un pariente a comer unos panchos como paso previo al ingreso a una whiskería frente a la plaza. A esa hora también, Serrano comía un pancho en el mismo lugar.
Por esas cosas de la vida, Serrano y los recién llegados terminaron en una discusión que pronto pasó a una pelea en la que el experto en artes marciales alcanzó a dar dos patadas a Ruíz, pero optó por huir al ver que era superado en número. Nadie imaginó que minutos después volvería con un arma, bala en boca. "A ver quién es el gallito", dijo. Según el fiscal, escondía una pistola Bersa 3.80 detrás de su cuerpo, el defensor dijo que la exhibió abiertamente unos 10 metros antes de llegar. Lo cierto es que Ruíz quiso bancar la parada, pero recibió cuatro disparos en la zona del pecho que le provocaron la muerte en el acto.
Esa madrugada, Serrano huyó lanzando tiros a quienes intentaban perseguirlo y apenas llegó se rapó y se afeitó, pero no tuvo escape: el panchero conocía donde vivía y se lo señaló a la policía.
Ayer, el fiscal sostuvo que Serrano mató de manera alevosa y premeditada por traer el arma bala en boca y atacar poniéndose a salvo, sin que Ruíz pudiera defenderse. Para la defensa, Serrano no sabe de armas, disparó varias veces por la sensibilidad de la pistola, sólo quiso defender al panchero de una eventual agresión de los otros y mató sin querer. Para los jueces, el imputado tuvo intención de matar.

