El hombre que apareció ahogado el miércoles último en las compuertas de la usina de La Bebida, Rivadavia, supuestamente se suicidó. Era un enfermo de epilepsia que andaba depresivo y sufría desde hace cuatro meses porque no recibía el medicamento que siempre tomaba, desde que el PROFE se lo cambió por un genérico que no toleraba, aseguró su hermano mayor.

El fallecido fue reconocido el mismo miércoles a la noche por sus hermanos. Se llamaba Jorge Héctor Figueroa, tenía 50 años, era separado y vivía con sus padres ancianos en la calle Monteagudo en Villa Juan Jufré, en Concepción, Capital. Tal como adelantó DIARIO DE CUYO en su edición de ayer, su cadáver no presentaba heridas que hicieran presumir un crimen, lo que confirmaría que se trató de un suicidio. Lo único que tenía en el bolsillo de su pantalón era su celular, ya que no solía andar con dinero, señaló su familia.

El ahora fallecido sufría de epilepsia, de hecho recibía una pensión por invalidez y por eso recibía la cobertura social del Programa Federal de Salud, llamado PROFE, que le suministraba el medicamento mes a mes. ‘Mi hermano era un tipo de buen corazón e inteligente, hacía trabajos de metalurgia, pero su problema era que debía estar medicado con Tegretol 400 g (nombre comercial de la droga) por su enfermedad’, contó Carlos Figueroa.

Según su familia, su afección se agudizó cuando desde esa obra social del Estado le suspendieron la entrega de Tegretol y le dieron un genérico. ‘Ya le habían quitado ese medicamento hace mucho tiempo y peleamos hasta que se lo volvieron a dar porque era lo único que le hacía bien. Pero hace 4 o 5 meses de nuevo le cambiaron el medicamento y mi hermano ya no fue el mismo. No toleraba esa otra pastilla. Estaba charlando lo más bien y de pronto se desplomaba. Eso lo ponía mal y sufría mucho por su enfermedad. Y fue hablar al PROFE por ese problema, pero le cerraron el expediente. Mi hermano llegó a esto (por el suicidio) por culpa de los encargados del bendito PROFE. Son unos atorrantes, los responsables nunca lo atendieron’, contó su hermano mayor.

Jorge Figueroa salió sin decir nada de su casa, el miércoles a la mañana. Como no regresó todo el día, su familia empezó a preocuparse. A la noche, fue su madre anciana la que, viendo la televisión, sospechó lo peor: a través de un noticiero se enteró que habían hallado a un hombre ahogado en la usina de La Bebida. Un sobrino reconoció la ropa que llevaba esa persona, y más tarde confirmaron en la morgue que era Jorge.