"Vomitando sangre me dejaron. No pude dormir en toda la noche por lo que pasó", decía ayer enojada e indignada Mónica Margarita Irustia, de 58 años, retirada del personal civil de la Policía Federal Argentina y quien espera desde hace 4 años un transplante completo de hígado. Su enojo era porque delincuentes ingresaron a su vivienda del Barrio Hualilán, en Rawson, y le robaron de todo cuando se ausentó unas horas: un microondas, un centro musical, un televisor, un reproductor de DVD, un celular, un control remoto, 1.300 pesos, joyas, costosas prendas de vestir, numerosas sábanas, acolchados, cubrecamas; cuatro bolsos de viaje y valijas, precisó.

Pero su indignación también pasaba -según explicó- porque a una cuadra y media vive el jefe de Policía y, por esa razón, a escasos metros de su casa hay un policía de custodia que en el momento del robo dijo no ver nada, precisó la víctima.

Según Irustia, abandonó su casa de calle Recabarren 85 Oeste a las 16:45 del jueves, para ir hasta el centro a realizarse unos estudios por su problema. Pero cuando regresó, a eso de las 19:45, se topó con lo peor. El portón del frente abierto de par en par y todas las luces de su casa encendidas. Bajó de su auto y vio que las dos puertas del frente abiertas, inclusive las rejas. Adentro todo estaba revuelto y al recorrer las habitaciones vio el desastre que le dejaron. Placares y muebles desvalijados.

Al parecer, los cacos rompieron la claraboya del baño y por medio de una soga, se metieron. Luego recorrieron a placer los ambientes y se llevaron las cosas. Luego del shock, fue hasta la comisaría 25ta. a radicar la denuncia.

"No puede ser que a una cuadra y media del jefe de Policía me roben. Encima el policía que está en la esquina no vio nada. ¿Cómo puede ser?, estoy rodeada de policías y no ven nada?… es la tercera vez que me roban de la misma manera. Esto no puede seguir así", sentenció ofuscada Irustia.