Eran como las 3,30 de ayer cuando unos policías del Comando Radioeléctrico despertaron a todos en una casa de la esquina de 25 de Mayo y Cipolletti, en el Lote Hogar 61, Chimbas. Allí Norma Brizuela (64 años, pensionada) vive con su nieto Jonathan, y la señora y los tres niños de la pareja. La razón: las llamas, voraces, que consumían todo lo que había en una precaria vivienda de dos ambientes construida en el fondo, la que Jonathan pensaba arreglar con un poco de revoque para irse a vivir con su familia. Entonces los baldes de agua y la desesperación, porque el fuego también alcanzaba una humilde casa vecina. Al final los bomberos controlaron el siniestro, pero el daño estaba hecho: se habían perdido una heladera, una máquina de coser, una mesa, nueve sillas, dos camas, un juego de living, una bicicleta, las puertas, ventanas y el techo de la casa. "Ahí no hay electricidad… para mi fue intencional, pero no sé qué pensar porque yo no tengo enemigos y mi nieto tampoco", dijo ayer Norma, preocupada por la numerosa pérdida de cosas que había sacado de su casa para darle un lugar a su nieto.