Angaquero de origen, padre de cuatro hijos, trabajador. Remisero a los 18, panadero y comerciante desde hace más de 20 años. En 50 años de trabajo, Mario Osvaldo Pintor (68) nunca tuvo un problema con delincuentes. Sin embargo a las 20.30 del jueves atravesó el más peligroso debut con dos ladrones en su comercio de Sarmiento al 859 Sur, en Trinidad, Capital. Esa noche fue golpeado, pero no se amedrentó, les quitó el arma a los sujetos y los puso fuga, intentando alcanzarlos revólver en mano. Ayer, un día después del violento ataque, Mario aseguró: “Nunca en mi vida agarré un arma, pero si tenía que tirar les tiraba… primero estoy yo y mi familia”.

Mario relata su riesgosa experiencia en medio de la conmoción de sus vecinos y clientes. Y no duda en criticar a la Policía: “lo curioso es que estamos a dos cuadras de la Central de Policía y siempre roban baterías de autos o cosas en la cuadra. Los choros que entraron acá están identificados, pero no va a pasar nada porque no los agarran y los agarran los largan al otro día. Es hora de que hagan algo porque andan armados y pueden matar a cualquiera”, dijo, molesto.

Según Mario, él estaba sentado mirando el partido de San Martín vs Lanús, cuando dos sujetos entraron simulando ser clientes. “¿Qué vamos a tomar?”, preguntó uno que se posicionó junto a una heladera, mirando el televisor. Fue entonces que su cómplice, más cerca del comerciante, se llevó la mano a la cintura.

“‘Cuando vi que no me miraban y se llevó la mano atrás supe que iba a sacar el revólver. Ahí lo sacó, me pegó en la cabeza y al ver la sangre me indigné. Le tomé el caño primero y luego la empuñadura apuntándole al otro, por si disparaba. Como no soltaba el revólver el otro se acercó y me dio un sopapo en la nariz. Ahí me dejé caer y me largaron el revólver”, precisó.

A gatas, Mario se fue al interior de su casa (allí estaba su esposa) hasta que se paró. Los ladrones lo seguían pero al verlo armado (el arma calibre 32 tenía dos cartuchos aptos), huyeron, tirándole una vitrina para impedirle el paso. ‘Yo estaba aturdido, pero si tenía que tirar les tiraba. Reaccioné porque me pegó, si me apuntaba me quedaba quieto y tal vez me robaba… no sé si lo volvería a hacer’, dijo.