El atentado fue tan curioso como revelador. Por un llamado telefónico, los Fernández se levantaron a mil y afligidos porque avisaban que el Ford Taunus de su hijo Oscar se consumía en llamas y el fuego amenazaba con extenderse a otro auto y a la casa de la familia. Y cuando pudieron controlar el fuego no hubo más que atar cabos: el mismo que había llamado, el ex suegro de Oscar, Luis Limerutti (60 años) quedó como principal sospechoso del grave ataque porque un rastro de gasoil describía una indisimulada huella desde la casa de la víctima hasta la suya, situada a una media cuadra.

‘No me caben dudas, fue él. Hace tres semanas que me separé de su hija pero en buenos términos y él ya me había dicho y se lo había dicho a mi mamá que me iba a dejar en la calle y me iba a quemar el auto. Había un rastro de gasoil desde acá (su casa) hasta donde él vive, y allí la Policía halló un balde con restos de combustible y yo una botella’, dijo ayer Oscar Fernández, el colectivero de 30 años dueño del destruido vehículo.

El hecho trascendió ayer pero ocurrió alrededor de las 6 del viernes en el barrio 12 de diciembre, Rawson, donde la víctima y el supuesto victimario son vecinos. El caso ya está en manos de la Policía y la Justicia que, se supone, esperan el resultado de algunas pruebas antes de resolver qué hacer con Limerutti porque, según Oscar Fernández, tiene problemas mentales.

‘Yo francamente espero que lo internen y lo hagan tratar porque puede hacer cosas más graves y sería bueno que las frenen ahora’, dijo Oscar.