’Es lamentable que no les hayan hecho el juicio para que se conozca la verdad y se supiera quiénes eran esos policías, porque a mi no fue al único que le robaron. Al menos me queda la tranquilidad de que estuvieron un año presos’. Lo dijo ayer Antonio Olivares, el padre de Cristina, la joven madre de dos chicos asesinada de 163 puñaladas en julio de 2012 en Pocito.
Y aludía al caso que involucra a los expolicías César Humberto Lucero (49), Fernando Felipe Segura (41) y Alberto Marcos Galdeano (53) que hoy prescribe, porque se venció el plazo para juzgarlos y sentenciarlos. Los tres estaban acusados de aprovechamiento de exacciones ilegales, porque el 23 de mayo de 2006 allanaron la casa de Olivares en Pocito en busca de un televisor robado, pero como no lo hallaron le hicieron una causa por tenencia ilegal de arma de guerra y, además, le pidieron plata para no armarle una causa. Uno de ellos, Lucero, cayó por la tarde a buscar el dinero sin saber que Olivares los había denunciado y se había armado un operativo con un juez y un fiscal.
Los jueces que debían juzgarlos, Ernesto Kerman, Juan Carlos Peluc Noguera y José Atenágoras Vega (Sala II, Cámara Penal) habían dicho el 25 de abril pasado que el caso prescribió, porque había vencido el plazo para sentenciarlos.
Es lamentable, pero al menos me queda la tranquilidad de que estuvieron un año presos
Antonio Olivares – Denunciante de los policías
Pero la fiscal Leticia Ferrón de Rago opinó que no, porque habían dejado de ser policías o funcionarios públicos (eso interrumpe el plazo de prescripción) el 3 de agosto de 2011 y desde ese día debían contarse los 6 años (pena máxima del delito) para evitar el archivo. La fiscal buscó que la Corte le de la razón para que los tres fueran enjuiciados antes del día de hoy, pero ese reclamo llegó al máximo tribunal recién el 15 de junio pasado y aún no se resuelve. Ergo, tampoco podrá hacerse el juicio.
Olivares recordó ayer que eran las 6 de la mañana de aquel día, cuando le cayeron cinco policías de Robos y Hurtos y un veedor judicial, hasta que quedaron sólo tres y le dijeron que iban por la plata de la cosecha, dinero que no tenía porque había comprado un auto.
‘Yo había carneado y se reían mientras descolgaban chorizos y morcillas… ‘son para probar gringo’ me dijeron. Esa vez me robaron eso y también una Bersa calibre 22, que no la hicieron constar en el acta. Al rifle y al fusil nunca los recuperé, eran armas que yo coleccionaba y tenía los papeles de compra y venta, pero no estaba registrado como legítimo usuario’, dijo Olivares.
Según el camionero, después de su denuncia, vivió un año ‘terrible’ con amenazas y persecuciones. ‘Tenía mucho miedo, porque tenían el poder, si querían me tiraban cualquier cosa en mi casa y me ensuciaban. Es lamentable que no los enjuciaran’, dijo.