
Tenía 14 años y un embarazo de 27 semanas cuando la situación se hizo inocultable, a fines de octubre pasado. Pero cuando tuvo que contarle a su familia quién era el padre del bebé que esperaba, la verdad siguió escondida. De todos modos hubo un culpable para salir del paso, el portero de la escuela a la que concurría en La Bebida, Rivadavia, un hombre de 61 años que pasó dos meses y medio preso por algo que no hizo. Y que no lo hizo quedó demostrado de manera irrefutable, con una prueba científica: un cotejo de su ADN con el de la beba que nació el 5 de febrero pasado demostró que no existe ninguna posibilidad de paternidad, y entonces la consecuencia no pudo ser otra que un sobreseimiento para ese empleado público.
Para ese momento, en la causa ya cobraba fuerza el interrogante principal, que ahora el juez del caso, Alberto Benito Ortiz (Primer Juzgado de Instrucción) pretende desentrañar: ¿a quién encubrió la menor cuando acusó al portero falsamente? ¿es alguien de su círculo íntimo? ¿algún novio? ¿algún familiar?
Las hipótesis de los investigadores no van más allá de esas estrechas posibilidades, pero tendrá que ser la propia menor o sus padres quienes aporten ese dato clave. Que pretenden Justicia es indisimulable, pues cuando la menor apuntó al portero no dudaron en reclamar castigo. Ahora, los pesquisas esperan esa colaboración fundamental de los parientes para esclarecer el caso.
Había sido un relato contradictorio de la menor lo que empezó a sembrar las dudas sobre la vinculación del portero. La principal surgió cuando el propio juez se trasladó hasta el colegio para verificar el escenario donde ocurrió el único ultraje que -según la menor- sufrió a manos del portero una mañana del mes de abril del año pasado: el baño.
Y nada cerró. Según fuentes judiciales, ya la misma descripción de cómo había sido abusada sembraba interrogantes, pues aludió a que ella fue sentada sobre un construcción baja de chapa dentro del baño, que sirve para tapar una bomba de agua.
Tampoco cerró en el análisis que hubiera existido una maniobra semejante sin que nadie viera ni escuchara nada, pues el lugar del baño señalado por la niña sólo tiene una reja que no impide la visión directa desde afuera, justo en un momento en el que en el colegio había decenas de personas, dijeron.
