En uno de los partidos más atrapantes de los últimos tiempos en el fútbol argentino, Vélez hizo valer la épica y derrotó 4-3 a Boca para acceder a la final de la Copa Argentina. El Fortín había comenzado ganando por 2-0, pero el Xeneize logró dar vuelta el pleito y estaba arriba en el tanteador a 10 minutos del final. Sin embargo, con Agustín Bouzat como héroe y figura, los dirigidos por Gustavo Quinteros se impusieron y disputarán la instancia decisiva ante Central Córdoba de Santiago del Estero.
Boca tomó la iniciativa rápidamente en Córdoba y, con muchos hombres en el medio, construyó dos acciones con orígenes diametralmente opuestos: Ignacio Miramón remató afuera tras un córner y, un rato después, el Changuito Zeballos no pudo rematar cómodo luego de un buen pase al espacio de Edinson Cavani. Sin embargo, Vélez respondió y se puso al frente en su primera iniciativa: Leandro Brey le tapó su ejecución a Matías Pellegrini, pero Francisco Pizzini disparó de tres dedos después de un delicioso pase de Claudio Aquino para poner el 1-0.
El Xeneize acusó el golpe y no pudo reaccionar ante los embates del Fortín, que pasó a tener la posesión de la pelota y se mostró más incisivo que al inicio, apuntalado por la ventaja en el resultado. Así, el autor del primer tanto pudo haber ampliado el marcador, pero el golero ex Los Andes evitó la catástrofe. Sin embargo, a los 19′, Pellegrini desbordó por izquierda, lanzó un centro al área y Nicolás Figal, en su afán de rechazar, terminó metiendo la pelota en su propio arco. Antes del cierre de la primera parte, el uruguayo Cavani apareció con un testazo letal tras una asistencia de Marcelo Saracchi y selló el 2-1 que dejó el partido abierto.
En el comienzo del complemento, el conjunto de La Ribera sufrió un contratiempo inesperado que prometía comprometer seriamente el resto del encuentro: el lateral peruano fue expulsado por doble amarilla luego de cometer una insólita infracción y se retiró del campo de juego entre lamentos.
A partir de aquel acontecimiento, el compromiso entró en un bache y hubo pocas emociones. Con más empuje que fútbol, Boca se adelantó unos metros pero no logró fluir ni construir sociedades.
La tesitura del duelo indicaba que solo una individualidad podía desnivelar la paridad y, en ese contexto, el Changuito dio muestras de su calidad: se sacó de encima a un defensor con un toque de taco, giró sobre su propio eje y disparó al primer palo de Tomás Marchiori para darle el empate al Xeneize 2-2. En la gestación, Giménez había aguantado la marca y distribuido con campo abierto.
El impulso boquense sería imparable y, a tan solo diez minutos del pitazo final, el 7 volvió a frotar la lámpara: el extremo se hizo cargo de una acción detenida, volvió a encabezar la segunda jugada y, después de un buscapié que corrigió Juan Barinaga, Tomás Belmonte puso el 3 a 2 que le daba el pasaje a la final de la Copa Argentina al Xeneize.
Pero el Fortín dejó entrever que tenía una bala más: Bouzat, que había irrumpido desde el banco, cumplió con la inexorable ley del ex luego de un toque de Michael Santos que lo dejó mano a mano. 3 a 3 y otra vez la misma historia. Segundos después, el mismo intérprete le agregó un nuevo capítulo a un duelo para el infarto: Joaquín García sacó un centro al punto penal y el bahiense, con una exigida estirada, punteó el balón para hacer estallar a los fanáticos del cuadro de Liniers presentes en el Mario Alberto Kempes. 4 a 3 clasificación para el Fortín y otra dolorosa eliminación para el Xeneize.