Para recibir a Tigre Pablo Lavallén no sólo optó por hacer tres cambios en el equipo, sino que estos se dieron como consecuencia que apostó por otros sistema táctico dentro de la cancha. Del habitual 4-4-2 que venía marcando su camino en San Martín, ayer pasó al 4-3-1-2 con el chileno Emilio Hernández suelto siendo el nexo entre los tres volantes y la dupla de ataque.

Sistema que no le dio el resultado esperado porque el equipo quedó largo, sin tenencia de pelota y evitando uno de sus fuertes que es la explosión por las bandas. Por ello en el segundo tiempo tuvo que cambiar todo y volver a los dos volantes externos con la inclusión de Salas y Montagna apoyados en el doble 5.

El primer tiempo mostró un equipo que sólo recuperó en el medio y descargó en Hernández, pero el resto de la jugada se perdió en intentos sin sustento. Daniel González por izquierda no tuvo la soltura de otros partidos y jugó demasiado contenido, mientras que por la derecha Dening debió retroceder para cubrir ese espacio pero no fue ni volante ni delantero. A la vez que fue un hueco que Tigre aprovechó en el parcial inicial. En el complemento volvió al 4-4-2 y recuperó su identidad de juego, la que traía y la que mejor le sienta, por eso lo ganó.