Uno, el más joven y el más afectado por el golpazo que se pegaron el 20 de febrero y que aún está internado en el Hospital Rawson, Juan Guzmán, dice no saber que pasó. El otro, el mayor, quien conducía la moto, Juan Carlos Tello, dice que no quiere acordarse. Los dos son quienes protagonizaron el tremendo accidente bajando el Villicum, cuando la caravana se dirigía hacia el Colorado.
"Yo de lo único que me acuerdo es que enderecé dos veces la moto, después… no… dejalo ahí", dice el "Negro" Tello, metalúrgico de 63 años que es tesorero del Olimpia y que ese sábado llevaba como acompañante a su amigo Guzmán, 41 años, vocal de la entidad y encargado en ese momento de realizar el relevamiento de los ciclistas que venían rezagados. "Yo no sé porque estoy acá, me dicen que es por el ciclismo, no sé nada", cuenta emocionándose y con la voz entrecortada el hombre que tiene una bicicletería en calle Lemos y que junto a su compañero comparten la pasión por Unión.
Tello tiene una bota de plástico y camina con un andador porque tiene fracturados varios huesitos del empeine del pie derecho. El doctor Gonzalo Gil le rearmó la boca y ahora, dice, debe operarse del oído derecho porque "tengo una fisura". Guzmán, que estuvo cinco días en coma inducido y por el que se temió por su vida, tiene afectado el ojo derecho. "Hay una fractura en el pómulo y parece que hay una lesión en un nervio porque no puede levantar el párpado", dice su esposa Marcela, que junto a su suegro Andrés son quienes se han turnado para que no esté solo.
"La gente del club y de la Federación, toda la gente del ciclismo se ha portado muy bien conmigo. A todos les agradezco", afirma Guzmán que la semana que viene recibiría el alta y luego deberá volver a que lo operen de sus problemas faciales.
Tello está siguiendo un programa de fisioterapia con la licenciada Marta Molina. "Poné por favor que a ella y al doctor Gil, les haré un monumento, lo que han hecho por mi es impagable", confió.
"Yo voy a salir de ésta, me voy a tomar unos días para acompañar a mi hijo más chico (Andrés de 2 años) a caminar y luego abriré mi bicicletería. Nunca, nunca cerré mi negocio y mirá ahora… Dios sabe porqué pasan las cosas, yo estoy bien y voy a salir adelante", agregó Guzmán, quien luego recordó a sus otros dos hijos, "el Gustavo tiene 14 años y es muy inteligente, muy estudioso. El otro Alejandro, tiene 12 y es un loco de la guerra, ese va siempre con mi amigo Tello a ver a Unión".
Juntos han compartido muchas noches de reuniones en el Olimpia. Juntos acomodaron sus responsabilidades laborales para dedicarse con alma, pasión y vida a ayudar en La Vuelta. La vida, justamente, es lo que arriesgaron sin pensarlo cuando cumpliendo con su misión no pudieron copiar la curva a casi 90 kilómetros horarios y se fueron a la hondonada. Por fortuna, o la gracia de Dios, vivieron para contarla.

